En esta fecha, no sólo se conmemora la purificación de nuestra Madre sino
también, un segundo gran misterio: la presentación de Nuestro Redentor en el
templo. Además de la ley que obligaba a purificarse, había otra que ordenaba
ofrecer a Dios al primogénito, aunque posteriormente podía ser rescatado por
cierta suma de dinero. María cumplió estrictamente con todas esas ordenanzas.
Permaneció 40 días en su casa sin dejarse ver, absteniéndose de entrar al templo y de participar en las ceremonias de culto. Luego se dirigió a Jerusalén con su hijo en brazos, hizo sus ofrendas como acción de gracias y para su expiación, presentó a su Hijo, por manos del sacerdote a su Padre Celestial y luego lo rescató por cinco shekels recibiéndolo de nuevo en sus brazos hasta que el Padre volviera a reclamarlo. Sin duda alguna, Cristo nos dio un ejemplo de humildad, obediencia y devoción al renovar públicamente la propia oblación al Padre como El lo había hecho en su Encarnación.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de
Jerusalén.
Simeón, al ver a María y a José con el Niño Jesús, conoció por una revelación divina que era Cristo. Tomó entonces al Niño en sus brazos y bendijo a Dios y exclamó:
Ahora puedes dejar morir en paz, Señor, a tu siervo, porque han visto mis ojos a tu Salvador, luz para las naciones y gloria de Israel. María y José admiraban sus palabras.
Y vuelto a María le anunció: Este ha sido puesto para ruina y para resurrección de muchos; y como una señal de contradicción; y una espada atravesará tu alma.
Permaneció 40 días en su casa sin dejarse ver, absteniéndose de entrar al templo y de participar en las ceremonias de culto. Luego se dirigió a Jerusalén con su hijo en brazos, hizo sus ofrendas como acción de gracias y para su expiación, presentó a su Hijo, por manos del sacerdote a su Padre Celestial y luego lo rescató por cinco shekels recibiéndolo de nuevo en sus brazos hasta que el Padre volviera a reclamarlo. Sin duda alguna, Cristo nos dio un ejemplo de humildad, obediencia y devoción al renovar públicamente la propia oblación al Padre como El lo había hecho en su Encarnación.
Esta
fiesta, que cierra las solemnidades de la Encarnación,
conmemora la Presentación del Señor, el encuentro con Simeón y Ana, (encuentro del Señor con su pueblo) y la purificación ritual de
la Virgen María.
Presentación: Cuarenta
días después del nacimiento de Jesús, María y José
llevaron al Niño al Templo, a fin de presentarlo al Señor, según la ley de
Moisés (Cf. Ex 13, 11-13).
Lucas
2,22-38Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según
la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como
está escrito en la Ley del Señor: "Todo varón primogénito será consagrado al
Señor" y para ofrecer en sacrificio "un par de tórtolas o dos pichones",
conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. Y he aquí que había en Jerusalén
un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la
consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado
por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del
Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron
al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos
y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»
«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y
su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a
María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y
para ser señal de contradicción - ¡y a ti misma una espada te atravesará el
alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos
corazones.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de
Jerusalén.
Simeón, al ver a María y a José con el Niño Jesús, conoció por una revelación divina que era Cristo. Tomó entonces al Niño en sus brazos y bendijo a Dios y exclamó:
Ahora puedes dejar morir en paz, Señor, a tu siervo, porque han visto mis ojos a tu Salvador, luz para las naciones y gloria de Israel. María y José admiraban sus palabras.
Y vuelto a María le anunció: Este ha sido puesto para ruina y para resurrección de muchos; y como una señal de contradicción; y una espada atravesará tu alma.
Purificación de María: Como era costumbre,
María, su madre, se
sometió a la vez al rito de la purificación (Cf. Lev. 12,
6-8).
Procesión con las candelas, "Candelaria""luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu
pueblo Israel" (Lc 2,32). La procesión con velas nos recuerda que La Virgen da luz a Jesucristo, Luz del Mundo,
quien se manifiesta a su pueblo por medio de Simeón y
Ana.
No se sabe con certeza
cuando se iniciaron las procesiones en relación a esta fiesta,
pero en el siglo X ya se celebraban con
solemnidad. Después de la procesión los cirios se llevan a las casas para
encenderse cuando hubiese necesidad de oración especial.
Historia
de la Fiesta
A mediados del siglo V esta fiesta se conocía como "La Candelaria" o "Fiesta de las Luces". La Virgen Maria ha dado luz a la Luz del Mundo, Jesucristo y en esta fiesta El se manifiesta a Simeón y Ana.
A mediados del siglo V esta fiesta se conocía como "La Candelaria" o "Fiesta de las Luces". La Virgen Maria ha dado luz a la Luz del Mundo, Jesucristo y en esta fiesta El se manifiesta a Simeón y Ana.
Hasta
el siglo VI se celebraba a los cuarenta días de la
Epifanía, el 15 de febrero. Ahora se celebra el 2 de febrero, por ser a los cuarenta días de la Navidad.
De origen
oriental, esta fiesta no se introdujo en la liturgia del Occidente hasta
el siglo VII. Al final de este siglo ya estaba extendida en toda Roma y
en casi todo Occidente. En un principio, al igual que en Oriente, se celebraba
la Presentación de Jesús más que la Purificación de María.
El
Concilio Vaticano II restaura esta fiesta a su origen
primariamente Cristológico, celebrándose como la Presentación de Jesús en el Templo.
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