Emilio Duró es ejecutivo en varias empresas, pero desde hace unos
años se dedica a hablar de la felicidad. El lunes le tocó en la Escuela Andaluza
de Salud Pública y los destinatarios de su conferencia eran un centenar de
directivos de equipos sanitarios.
-¿A qué se refiere con 'Optimismo en tiempos
de crisis'?
-Hoy la enfermedad de moda es la depresión, las pocas ganas de
trabajar, la apatía; estamos todos tristes. Desde hace años los especialistas
estudian cómo afrontar la adversidad, por qué hay gente que haga lo que haga
triunfa y gente que haga lo que haga fracasa.
-¿Cómo se mejora el clima emocional en una
empresa?
-Las emociones se contagian. Es muy importante el jefe inmediato:
si es una persona optimista, alegre, entusiasta y con ganas, lo transmite; si es
una persona quemada y destructiva, también. De buenos jefes tenemos buenos
empleados y de jefes tristes, empleados tristes. Las empresas pueden fomentar un
buen clima a través de una serie de mejoras para fomentar el optimismo, la
alegría, la comunicación...
-¿Hay alguna particularidad en las
instituciones sanitarias?
-Están en el lugar más duro porque trabajan con pacientes que se
juegan su vida. Lo mío es una tontería: lo máximo que me puedo cargar es una
empresa que fabrica bolígrafos o lo que sea. Los médicos y los enfermeros son
auténticos héroes, pero nadie les ha enseñado a enfrentarse con la dureza de su
trabajo desde el punto de vista emocional.
-¿Cuáles son los ingredientes para el
optimismo?
-El primero de ellos es la salud. El segundo es el componente
emocional: la familia, los amigos, el trabajo y la forma de ver la vida: la
gente alegre es más feliz. El tercero tiene que ver con el conocimiento: la idea
de que cuanto más tonto eres más feliz eres es una estupidez. Es muy difícil que
tú estés con tu pareja 80 años si no te apasiona y para apasionarte tiene que
ser intelectualmente activa, sorprendente cada día. Y luego está el componente
espiritual.
-¿Cómo pueden ser optimistas un parado, un
pensionista pobre o un estudiante sin perspectivas?
-Es cierto que la situación es crítica, pero frente a la adversidad
solo hay una alternativa: crecerse, tener espíritu positivo y luchar. No sé qué
edad tiene usted, pero de aquí a diez años estará peor, y de aquí a veinte,
peor. Está en el mejor día de los que le quedan. Envejecer es malo, pero la
alternativa es peor. Hay personas que lo tienen peor que otras, pero
precisamente en esos casos es cuando más tienen que sacar la fuerza que hay en
ellos. ¿Un consejo para un parado? Lo primero, que se ponga en forma: nuestro
cuerpo funciona con oxígeno y cuando lo tiene sube la autoestima y baja la
tristeza. Que se quiera, que se cuide. y luego ya tocaríamos la parte
intelectual.
-¿Dónde está la felicidad?
-Los humanos tenemos tres cerebros: el reptiliano, que se encarga
de las tareas primarias; el córtex, para las funciones racionales; y el límbico,
que se encarga de las emociones. Por eso hay deficientes mentales maravillosos y
gente con cinco carreras que no hay quien los trague. Existen métodos para
desarrollar nuestro cerebro límbico, que es donde está la felicidad. Tiene mucho
que ver con una actitud frente a la vida. Hay una parte genética y una parte que
se aprende en los primeros tres años. Nuestro cerebro se formatea muy rápido:
antes vivíamos mucho menos y el ser humano tenía que aprender lo básico muy
rápido. El problema es que hemos alargado la vida pero no hemos sabido llenarla
de contenido. Vivimos en el mejor tiempo posible, pero somos menos felices.
-Es más fácil ser optimista cuando a uno le
van bien las cosas...
-Groucho Marx decía que la felicidad está hecha de pequeñas cosas:
un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna. Una depresión en el
Caribe con un masajista no es lo mismo que una depresión en casa encerrado y sin
tener para comer. Aunque no es la causa principal de felicidad, hay una relación
no directa entre la felicidad y el dinero.
-¿Cómo y por qué empezó a dar conferencias
sobre la felicidad?
-Yo soy consejero de algunas empresas y lo mío son los números.
Pero en un momento de mi vida tuve un problema y empecé a estudiar qué me
pasaba, por qué había gente de mi colegio que no aprobaba ni la religión y todo
le iba bien y a mí, que en teoría era muy válido intelectualmente, algunas cosas
no me iban como yo quería. Empecé a estudiar cómo aumentar la felicidad. Lo
expliqué un día, me oyó alguien, se ha puesto de moda. ¡y desde entonces estoy
explicando lo mismo y no vivo! Porque la Psicología y la Medicina han estudiado
mucho a los enfermos, pero no a la gente normal. Cada persona tiene que hacer un
esfuerzo para ser feliz, para llenar de contenido la vida, para levantarse cada
día con ánimos y decir 'qué suerte, un día más'... o la vida le va a ir
arrastrando.
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