A partir del año 850 el califato de Córdoba intensifica la presión
para que los mozárabes (cristianos que vivían en su territorio) se
convirtieran al Islam, aumentando los impuestos y reduciendo la
tolerancia hacia una comunidad mucho más numerosa que los invasores
árabes y bereberes. Una parte de los mozárabes deciden convertirse
(pasando a llamarse muladíes), otros se enfrentan abiertamente a las
autoridades de la ciudades —buscando incluso el martirio— en tanto que
en el campo persisten comunidades cristianas tratando de aislarse de los
musulmanes. El califa Mohamed I determinó que para ocupar cargos había
que ser musulmán, por lo que muchos aristócratas de estirpe visigoda y romana se convirtieron; también se requirió la conversión para seguir siendo soldados del califato.
En la zona sur de Al Andalus, los mozárabes dependían en lo civil de la cora —o provincia— de Rayya (cuya capital era Archidona) y en lo religioso de la diócesis situada en Málaga.
A causa de la sumisión del obispo de Málaga al califato, algunos
monjes, cristianos malagueños y soldados licenciados se refugian en las
montañas, horadando viviendas y ermitas en la piedra. Por aquel
entonces, en una gran explotación agrícola de Parauta (serranía de
Ronda) propiedad de unos ricos aristócratas muladís, nace el niño Omar ben Hafsun.
En el 868 se sublevaron de nuevo los irreductibles muladíes de Mérida comenzando un largo ciclo de insurrecciones contra la autoridad del califato de Mohamed I. Hacia el año 874 el joven Omar ben Hafsun se fue de casa para dedicarse al bandidaje
en la sierra de Málaga. Cuatro años después otra subida de impuestos
por el califa provocó una nueva oleada de desplazados desde la costa
hacia los montes; Omar ben Hafsun reforzó la vieja fortificación de
Bobastro situada en la llamada `Mesa de Villaverde´ —una agreste montaña
con una gigantesca cumbre plana emplazada en las inmediaciones del
pueblo de Ardales— declarándose en rebeldía.
Cuando las tropas del gobernador de Archidona se les acercaron, los insurrectos le derrotaron. Ben Hafsun se mantuvo rebelde hasta que el asedio de un ejército my superior le decidió entregar la fortificación y rendir pleitesía a Mohamed I. Por ello viajó a Córdoba, pasando Ben Hafsun y sus fieles a formar parte de su ejército. Pero meses después, aburrido de la vida de Córdoba, regresó con unos compañeros a Ardales y tomó por sorpresa el castillo de Bobastro. En los siguiente años fortificó aún más los accesos de la Mesa de Villaverde, convirtiéndola en una base desde la que conseguirá conquistar primero Comares y después la propia capital de la provincia: Archidona.
Cuando las tropas del gobernador de Archidona se les acercaron, los insurrectos le derrotaron. Ben Hafsun se mantuvo rebelde hasta que el asedio de un ejército my superior le decidió entregar la fortificación y rendir pleitesía a Mohamed I. Por ello viajó a Córdoba, pasando Ben Hafsun y sus fieles a formar parte de su ejército. Pero meses después, aburrido de la vida de Córdoba, regresó con unos compañeros a Ardales y tomó por sorpresa el castillo de Bobastro. En los siguiente años fortificó aún más los accesos de la Mesa de Villaverde, convirtiéndola en una base desde la que conseguirá conquistar primero Comares y después la propia capital de la provincia: Archidona.
En el año 886 Al Mundir —el hijo del califa Mohamed I— a punto estuvo de capturar el Omar ben Hafsun en Alhama de Granada
pero la muerte de su padre le obligó a volver a Córdoba. Circunstancia
que aprovechó el rebelde para incrementar la insurrección. Continuó su
campaña hacia el norte ocupando Cabra y Priego,
(que por aquel entonces era la capital de la provincia califal) además
de otras fortalezas menos importantes. Una vez instaurado en el poder el
nuevo califa volvió a perseguir a los rebeldes, recuperando Archidona;
allí Al Mundir mandó crucificar al jefe de los rebeldes entre un perro y un cerdo.
De nuevo, en el año 888 Al Mundir consiguió rodear a la tropa de Ben
Hafsun; pero antes del asalto pactaron un nuevo perdón a cambio de que
el rebelde y su tropa ayudaran al califa a derrotar a otros rebeldes; en
el pacto Omar ben Hafsun solicitó que se le enviaran cien mulas a
Bobastro con el fin de recoger todas las pertenencias de su gente y
poder trasladarse a Córdoba. Pero durante la noche Ben Hafsun y su tropa aprovecharon la calma para escapar,
matar a los soldados de Al Mundir que llevaban las mulas a Bobastro y
refugiarse con ese botín en su fortaleza. Poco tardó el enfurecido
califa en seguirle, asediando Bobastro; pero durante el cerco el califa
enfermó y falleció.
Su hermano Aldala le sucedió en el trono cordobés y, dado que en aquel momento se enfrentaba a múltiples rebeliones por todo Al Andalus, a cambio de la paz pactó con Ben Hafsun que se convirtiera en gobernador de la provincia de Archidona. Pero Omar ben Hafsun no tardó en volver a la rebeldía y a ser asediado de nuevo en Bobastro en el año 889. Tras obligar a sus sitiadores a levantar el asedio continuó combatiendo, hasta llegar a tomar Baena e incorporándola a su territorio.
Su hermano Aldala le sucedió en el trono cordobés y, dado que en aquel momento se enfrentaba a múltiples rebeliones por todo Al Andalus, a cambio de la paz pactó con Ben Hafsun que se convirtiera en gobernador de la provincia de Archidona. Pero Omar ben Hafsun no tardó en volver a la rebeldía y a ser asediado de nuevo en Bobastro en el año 889. Tras obligar a sus sitiadores a levantar el asedio continuó combatiendo, hasta llegar a tomar Baena e incorporándola a su territorio.
Ben Hafsun se convirtió en un líder reconocido, hasta el punto que el
príncipe Mohamed —hijo y heredero del califa— después de una discusión
con su padre se refugió en Bobastro. El heredero regresaría a Córdoba,
pero al año siguiente fue Omar Ben Hafsun quien se dirigió a conquistar Córdoba al
frente de un ejército de campesinos mozárabes y muladíes. Las tropas
rebeldes se enfrentaron al ejército califal en un lugar llamado Bulay
(Aguilar de la Frontera) donde los rebeldes sufrieron una gran derrota.
Las tropas de Ben Hafsun irán perdiendo fortalezas hasta estar de nuevo
asediadas en Bobastro en el año 893; cuando de nuevo fracasaron los
cordobeses. En los siguientes seis años los rebeldes toman y pierden
fortalezas, acumulándose en su territorio cada vez más mozárabes que
buscaban su protección.
La cristianización del territorio rebelde culminó en el año 899, cuando el caudillo Ben Hafsun volvió a la fe cristiana de sus antepasados vidigodos, bautizándose con el nombre de Samuel. La decisión de bautizarse supondría el alejamiento progresivo de líderes muladíes (godos convertidos al Islam), que estaban en contra del califato cordobés pero que permanecían fieles a sus creencias religiosas. El caudillo Samuel establecería alianzas con rebeldes musulmanes —como los sevillanos— para hacer frente al califa. Pero el cambio de religión supuso que los musulmanes de varias plazas fuertes del pequeño estado rebelde se fueran pasando al bando de Córdoba, por lo que el territorio rebelde fue reduciéndose con los años y los asaltos a Bobastro se fueron haciendo cada vez más peligrosos. El califa Abdala moriría en el año 912 sin haber conseguido dominar a su enemigo de Bobastro. El nuevo califa Abderramán III retomaría las campañas contra el rebelde Samuel, que murió en su lecho de Bobastro en el año 917, a los 64 años. Le sucedió su hijo Yafar -también cristiano- que se mantuvo en rebeldía once años más.
La cristianización del territorio rebelde culminó en el año 899, cuando el caudillo Ben Hafsun volvió a la fe cristiana de sus antepasados vidigodos, bautizándose con el nombre de Samuel. La decisión de bautizarse supondría el alejamiento progresivo de líderes muladíes (godos convertidos al Islam), que estaban en contra del califato cordobés pero que permanecían fieles a sus creencias religiosas. El caudillo Samuel establecería alianzas con rebeldes musulmanes —como los sevillanos— para hacer frente al califa. Pero el cambio de religión supuso que los musulmanes de varias plazas fuertes del pequeño estado rebelde se fueran pasando al bando de Córdoba, por lo que el territorio rebelde fue reduciéndose con los años y los asaltos a Bobastro se fueron haciendo cada vez más peligrosos. El califa Abdala moriría en el año 912 sin haber conseguido dominar a su enemigo de Bobastro. El nuevo califa Abderramán III retomaría las campañas contra el rebelde Samuel, que murió en su lecho de Bobastro en el año 917, a los 64 años. Le sucedió su hijo Yafar -también cristiano- que se mantuvo en rebeldía once años más.
El historiador de Bobastro Don Francisco Ortíz sostiene una fascinante teoría acerca del cuerpo sin cabeza de Yafar en los nichos mortuorios
horadados en la roca viva al lado de la basílica de Bobastro. Según las
crónicas musulmanas, después de asediar durante el verano a los
rebeldes, los moros volvieron a Córdoba, pero un pequeño grupo quedó al
acecho cerca de la fuente de agua más cercana a Bobastro; al descender
sediento Yafar y unos guerreros escogidos para comprobar que el lugar
era seguro para que bajasen los demás, Yafar y algunos más fueron
muertos por sorpresa. La cabeza de Yafar fue enviada a Córdoba mientras
que el resto de rebeldes se encerraban de nuevo en la fortaleza. Al
recibir el califa la cabeza del caudillo rebelde exigió que le
entregaran el cuerpo completo para mostrarlo al pueblo de Córdoba. Pero
al enviar un mensajero a los guerreros cordobeses que mantenían el cerco
a los rebeldes, estos comprobaron que el cuerpo del caudillo ya no
estaban allí, pues los resistentes habían hecho una salida para
subírselo a la fortaleza. Esto explica que se haya encontrado un
esqueleto sin cabeza en esos tres nichos situados al lado de la
basílica. Para no enfadar al califa, el general cordobés debió de coger
alguno de los cuerpos descompuestos por el intenso calor y el paso de
varios días, y lo envió a Córdoba, donde el cuerpo fue cosido a la
cabeza de Yafar y crucificado en la plaza de la medina de Córdoba, para
ejemplo de todos.
Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e imágenes de Ximena Maier.
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