Ese momento de
oración fue, según el portavoz de la Santa
Sede,
Federico Lombardi, "un momento de profunda
y elevada comunión".
El
encuentro privado comenzó en torno a las 12.30
en la biblioteca privada de la
residencia, que sirve
de lugar de recepción para huéspedes importantes.
Fue allí
donde el Papa Francisco entregó a su
predecesor un icono de Nuestra Señora
de la
Humildad "en honor a la humildad
demostrada" por el Papa Emérito a la hora
de
presentar su dimisión.
La conversación entre ambos se desarrolló
"en la
más estricta confidencialidad y
privacidad". Los dos pontífices iban vestidos
con sotana blanca.
El encuentro privado y confidencial se prolongó
por
espacio de 45 minutos
A las 14.42 Francisco
partió en helicóptero
de vuelta al
Vaticano.
Así, la visita duró
casi 3 horas.
Es el primer encuentro
cara a
cara desde que
el cardenal argentino
Jorge Mario Bergoglio
fue elegido papa, el
13 de
marzo.
Sin embargo, ya habían
hablado por teléfono varias
veces.
Francisco llamó
a Benedicto XVI justo
después del cónclave y el día de San José.
(El nombre de pila de Benedicto XVI
es Joseph, José).
Benedicto XVI, de
86 años, es papa emérito
desde el 28 de febrero último, día en que
renunció. Por
su propia decisión, está recluido
en el Palacio Pontificio, apenas sin contacto
con el mundo exterior y dedicado a rezar. Sigue
la actualidad de la Iglesia a
través de
los medios de comunicación y reza por ella.
El encuentro entre
un pontífice y su
antecesor es algo impensado en los tiempos
modernos, por los
menos en los últimos 600 años.
En el siglo XV, durante el Cisma de Occidente,
hubo un momento en que tres Papas reclamaban
ser el auténtico con argumentos
bastante fuertes
(cada uno había recibido votos de diversos
cardenales y
consideraba ilícitos a los cardenales
y Cónclaves de los demás). Algunos
renunciaron,
finalmente, y otros murieron, pero desde luego
aquellos
Papas del siglo XV nunca se
fundieron en un abrazo fraterno ni
oraron
juntos.
El Palacio Pontificio
de Castel Gandolfo alberga
a los
jefes de la Iglesia
entre julio y septiembre
de cada año desde 1655.
En la
ciudad, recostada sobre el lago Albano,
sobran los recuerdos de los últimos
papas,
desde Juan XXIII y Pablo V hasta Juan Pablo II
y Benedicto XVI.
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