domingo, 2 de noviembre de 2014

EPITAFIOS ROMANOS


A su piadoso e incomparable marido, su esposa Pacideia Hedone levantó este monumento fúnebre que servirá de tumba para ambos, para que no se separe en la muerte de aquel con el que, unida, vivió treinta y cinco años una vida feliz y llena de armonía. CIL II 3596



(...) No es justo, desgraciado Félix, que se te haya privado de la vida tan pronto. Debieras estar vivo y debieras vivir cien años. CE 1287






Sexto Masuino Verino al mejor de los tutores, dignísimo y venerabilísimo que me crió y me formó durante catorce años en lugar de mis padres. DE 7001






Aquí yace Vario, de nombre Frontoniano. Lo enterró su dulce esposa Cornelia Gala. Para evocar los dulces placeres de la vida pasada mandó grabar su rostro, sus ojos y su alma en mármol para que por mucho tiempo pudiera saciarse de su querida imagen. Su contemplación la aliviará, pues la garantía de su amor la lleva escondida en su pecho y en la dulzura que le proporciona su mente al recordarlo, y no podrá, con un olvido fácil, desaparecer de sus labios, sino que mientras viva su marido llenará todo su corazón.  CE 480



A Claudio Montanio Casiano, su hijo adoptado Vireio Maximiano heredero del arriba mencionado Casiano. Muchas gracias por tu herencia. CIL XII 122





Al espíritu de Urbico, un primus palus secutor. Vivió 22 años y peleó 13 veces. A un marido que bien lo mereció, de Laurica, su esposa durante 7 años y también de Olimpia la hija de 5 meses que dejó atrás, y de Fortunensis. Acepta esta advertencia, y mata a quienes venzas, y que sus aficionados aplaudan a su espíritu. ILS 5115



Aquí yace Protógenes, esclavo de Clulius, viejo y alegre mimo, que hizo las delicias de la gente con sus engaños. CIL I 1861





A Marco Estacio Chilo, liberto de Marco. Caminante cansado, que paseas ante mí, aún te es posible caminar lejos; sin embargo, este es el lugar al que debes venir. CIL I 2138




A Pompeya Prima. Fortuna promete muchas cosas, pero no da garantías. Vive para cada día, para vivir las horas, ya que nada es tuyo para siempre. CIL I 1219






A los dioses Manes. Aulo Larcio, adiutor, hizo este monumento para sí y para sus libertos, libertas y descendientes. Prohíbo que este monumento se venda, prohíbo que se regale. CIL VI 21096



Tú, insigne sacerdote del dios Júpiter. La muerte causa todas las virtudes, su honor, buena fama y valentía, su gloria y su talento han sido de corta duración. Si se te hubiera permitido gozar de una vida larga en la que disfrutar de ellos, hubiera sido fácil para ti superar los grandes hechos de la gloria de tus antepasados. Por tanto, oh Publio Cornelio Escipión, hijo engendrado por Publio, alegría tiene la Tierra de llevarte en su seno. CIL  I 10


Extraño, esta piedra silenciosa te pide parar, mientras te revela lo que su sombra cubre y lo confió a mostrar. Aquí se colocaron los huesos de Aulo Granio Stabilo, liberto de Marco, subastador, un hombre honorable de gran confianza. Nada más. Es lo que él quería que supieras. Adiós. CIL I 1210



Atistia era mi esposa. En vida de ella fue una buena mujer muy querida. Todo lo que queda de su cuerpo permanece en este monumento. CIL I 1205




(...)Yo era una mujer respetada por el bien y odiada por las mujeres no respetables. Fui una sierva obediente para mi viejo maestro y amante y una esposa sumisa cuando él se convirtió en mi marido, porque me dio la libertad y me vistió con una túnica. Durante veinte años, desde mi infancia, he mantenido toda la casa. Mi último día dictó la sentencia y la muerte me quitó el aliento, pero no el esplendor de mi vida. CIL I 1570



Yo, Lucio Mario Vitalis, hijo de Lucio, viví 17 años y 55 días. Tuve éxito en los estudios y convencí a mis padres de que debía aprender una profesión. Había abandonado Roma con la guardia pretoriana del emperador Adriano cuando, mientras trabajaba duramente, las Parcas me envidiaron, me atraparon y me llevaron de mi nueva profesión a este lugar. María Marquis, mi madre, erigió este monumento en memoria de su maravilloso y desdichado hijo. CIL VI, 8991



Consagrado a los Manes. No digo su nombre, ni cuántos años vivió, no sea que el pesar viva en nuestros corazones cuando leamos ésto. Tú eras mi dulce bebé, pero la muerte te llevó en poco tiempo. Nunca disfrutaste de la libertad. ¡Ay, ay! ¿No es doloroso que perezca aquel a quién amas? Ahora la muerte le ha dado la única libertad que conocerá. CIL VIII 25006



A Anfélide, cariñosa abuela, que vivió ciento dos años y como viuda treinta (...) DI 4545





Oh, querídisimo esposo que me conviertes, con tu marcha, en desgraciada. Sin tí ¿qué puedo considerar dulce? ¿Qué puedo creer agradable? ¿Para qué guardo mi vida? ¿Por qué no te sigo al sepulcro, pérfido que me has abandonado? Séame al menos permitido estar contigo, entrelazadas nuestras manos, en el muy deseado, para mí, sepulcro.  CE 1979


Restituto Picenensis y Prima Restituta erigieron esta lápida para Prima Florentia, su amada, amadísima hija, arrojada al río Tíber por su marido Orfeo. El hombre llamado Diciembre erigió esta lápida para ella, que vivió 16 años. ISIS 00321



Vibia Chresta, liberta de Lucio, erigió este monumento en su honor y en el de Cayo Rustio Talaso, liberto de Cayo, su hijo, y en el de Vibia Calybe, su liberta y jefa de su burdel. Chresta erigió este monumento con sus propios ingresos sin defraudar a nadie. ¡Esta tumba no puede ser usada por sus herederos! CIL IX, 2029



Soy Tito Cesonio, hijo de Quinto, del distrito electoral Sergiano, veterano de la Quinta Legión Gala. Durante mi vida bebí sin freno. ¡Vosotros que aún vivís, bebed! (...) CIL III, 293



Tiberio Claudio Segundo vivió 52 años. El vino, el sexo y los baños arruinan nuestros cuerpos, pero el vino, el sexo y los baños hacen que tengamos una buena vida (...) CIL VI, 15258



Aquí yace Lemiso. Sólo la muerte puso fin a mi penoso trabajo. CIL VI 6049





(...) Si no es mucho molestia, transeúnte, levántate y lee ésto. A menudo he recorrido el inmenso mar en una embarcación ligera y he llegado a muchas tierras. Éste es el fin que urdió para mí el destino al nacer. Aquí me he liberado de mis preocupaciones y trabajos. Aquí no temo a las estrellas, ni a las nubes. ni al fiero mar, ni temo que mis gastos supere mis ganancias. CIL IX 60



Fuentes principales: 

  1. "Halagos, piropos y delicadezas en los epitafios romanos" de María Dolores Verdejo Sánchez. http://www.thamyris.uma.es/epitafios.pdf
  2. "Los olvidados de Roma" de Robert C. Knapp
  3. www.attalus.org Latin Inscriptions: Epitaphs   http://www.attalus.org/docs/cil/epitaph.html
  1. www.attalus.org Latin Inscriptions: Epitaphs http://www.attalus.org/docs/cil/epitaph.html

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