miércoles, 30 de octubre de 2013

LA FE NO PIDE ESPADAS

Antes de emprender este viaje, un guía amigo me pide ocultar cámaras y quitarnos las gafas de sol en los controles que deberemos pasar. “La situación donde vamos es mejor pasar desapercibidos”, repite en varias ocasiones. Lo cierto es que prácticamente no nos hemos cruzado con nadie por la carretera.
Después de más de tres horas de viaje atravesando un mar de montañas, y tras superar varios controles del ejército libanés, al fin llegamos al majestuoso Valle de la Bekaa, una zona donde se entremezclan los poblados nómadas con las tiendas de campaña improvisadas de familias sirias huídas de una guerra que parece no tener fin.
 
 
Los datos hablan ya de más de un millón de sirios acogidos en Líbano. Pero la lucha entre las tropas fieles al presidente Bashar al-Asad y los rebeldes ha tenido una peligrosa deriva religiosa.
Los vídeos colgados este pasado verano en Youtube mostrando a extremistas decapitando a religiosos cristianos en Siria son solo un botón de muestra. El hecho de que los cristianos hubieran estado amparados por el actual presidente, les ha convertido a ellos y sus iglesias en objetivo de algunos grupos radicales.

Infierno para los cristianos
 

Son ya muchas las voces que aseguran que Siria se ha convertido en un auténtico infierno para los cristianos. En marzo pasado un atentado terrorista acabó con la vida de Benjamin Camil, un candidato al diaconado permanente en Damasco. Al parecer regresaba de haber distribuido alimentos para la población necesitada en un área donde habitan muchos cristianos. Nadie está ya seguro.
El pasado verano, sin ir más lejos, han sido varios los ataques sufridos por una minoría religiosa que está sufriendo en sus propias carnes una guerra civil en la que no está involucrada. Tras el brutal atentado contra la catedral ortodoxa de Damasco, el 23 de junio salía a la luz el asesinato de François Murad, un sacerdote católico.
Según cuenta la crónica de ese día, Murad fue secuestrado y posteriormente ejecutado al grito de “Alá es grande” por Jabhat al-Nusra, grupo yihadista muy activo en el norte de Siria. Al-Nusra reclama la aplicación de la sharia en el territorio sirio y la ejecución se enmarca dentro de una estrategia de hostigamiento sistemático a los cristianos para forzarlos a desaparecer.
El padre François fue ajusticiado en público, tras ser acusado de colaboración con el gobierno de Al Asad, acusación que nunca pudo ser demostrada. La espeluznante ejecución fue grabada en vídeo por varios asistentes y en las imágenes se observa a decenas de personas jaleando a los ejecutores y aplaudiento cuándo estos sostienen la cabeza decapitada del padre franciscano.
François comenzó muy joven su vida religiosa en los franciscanos y formaba parte de la orden Custodia Terrae Sanctae, cuyo objetivo es ayudar a los pocos cristianos que subsisten en los primeros lugares cristianizados.
Su vida dio un giro radical con el inicio de la guerra civil siria en 2011. A partir de ese momento sufrió numerosas amenazas. Finalmente, su monasterio fue bombardeado y Murad debió refugiarse con los católicos de la población en Nuestra Señora del Rosario, un convento cercano, donde pasó sus últimos meses.
Su muerte provocó una gran conmoción en la minoría cristiana de Siria. Jacques Behnan Hindo, arzobispo de la Iglesia Siria Católica afirmó: “En los últimos meses, el padre Murad me envió varios mensajes en los que afirmaba que, pese a que su vida estaba en peligro, nunca abandonaría su región”.
Pero François no es el único dispuesto a sufrir martirio por defender su fe. En Baalbek (bastión de Hezbollah), a solo 50 kilómetros de Homs -ciudad siria que ha dejado miles de muertos- me recibe sonriente en su casa parroquial Elías Marun Gharios, un religioso maronita de 49 años.
De aspecto ermitaño (aparenta mucha más edad), este libanés ya sabe a lo que se arriesga por defender su fe cristiana. Elias es párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de la Ayuda. La entrevista se desarrolla en una especie de salón presidido por una cruz adornada con fotos de sus familiares libaneses.
Nos cuenta que hace pocos días un grupo de extremistas le amenazaron de muerte poniéndole un cuchillo en la yugular. “Al principio mi corazón latía a gran velocidad por el miedo, pero ahora ya no me pasa. Si tengo que morir por mis creencias lo haré”, comenta sin titubear.
Le dejaron parapléjico
La llegada de Elías a esta zona de misión la vio un día mientras rezaba, cuando de repente vino a su cabeza la palabra “Baalbek” y la conversión de los musulmanes. Lo habló con su superior, pero inicialmente no le dió su aprobación. Sin embargo, siguió insistiendo y lo consiguió.
Desde entonces, su vida está salpicada de anécdotas que a ojos ajenos parecen guiones para un film. En una ocasión un musulmán le fue a ver varias veces hasta que un día decidió convertirse.
El día de su bautizo, el sacerdote invitó a 600 personas para que le arroparan y quitarle el miedo que tenía encima a posibles represalias. Al salir del coche para entrar en el templo le dispararon para impedir que entrase. Fue subido a una ambulancia y pidió el bautismo pensando que iba a morir.
Al parecer, este hombre, el primer converso de la ciudad, sigue vivo y está en una silla de ruedas al quedar parapléjico tras el atentado. 

Pero Elías, que entró en la orden religiosa hace ahora 33 años, no solo no se ha planteado huir sino que cada día va casa por casa para hacer proselitismo.
Elías asume que cualquier día puede sufrir martirio. Sin embargo, no le teme a la muerte y asegura “estar preparado”.
 Mientras tanto, su familia ya sabe que su misión no tiene marcha atrás. Lo cierto es que en Baalbek uno no tiene sensación de peligro, aunque es evidente que la guerra ha ahuyentado a los turistas que solían visitar sus famosas ruinas.
Un mes secuestrado
Este afán proselitista le supuso sufrir un secuestro de un mes en 2012. Durante el cautiverio fue duramente golpeado y le llegaron a quemar las piernas con brasas. Pero, una vez más, vivió para contarlo.
 Según recuerda, un grupo de personas no identificadas interceptaron el coche del religioso y le secuestraron. El motivo: había bautizado a una mujer musulmana que abandonó la casa de sus padres. Después de varias llamadas realizadas por un miembro de la Shura de Hezbollah, el jeque Mohammed Yazbek, el sacerdote fue liberado.
No parece que nada ni nadie vaya a acabar con los sueños del religioso. Me cuenta que duerme tres horas diarias, ya que de 12 a tres de la madrugada se la pasa en oración y se levanta a las seis de la mañana para celebrar la misa y luego sale con su hábito y sus sandalias a la búsqueda de posibles conversos.
Parece que los planes no le están yendo mal. Y parece que lleva las cuentas al día: Calcula que ya son más de quinientas las personas que se han convertido “y espero que podamos llegar a las cinco mil en unos años”, afirma. Sin duda, un buen guión para una película. Pero la realidad siempre supera la ficción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario