Concretamente se han encontrado dos losas funerarias planas, una a un
metro y medio y la otra a dos metros. “Es justo lo que los historiadores
esperaban, pues los sultanes solían ser enterrados junto a algún
santón, y esa ermita es conocida en el barrio como la tumba de (el
santo) Sidi Bel Kasem, aunque la memoria de Boabdil se haya perdido”,
indica emocionado Avial. Lo más importante es que las tumbas “están en
perfecto estado, estructuradas, no desvalijadas ni hundidas, así que lo
que nos encontremos será una maravilla”, asegura. El geofísico es
conocido por su estudio de los restos del poeta Federico García Lorca.
El último rey moro de Granada, Boabdil el Chico, murió en la ciudad
marroquí de Fez en 1533, y su cadáver fue enterrado en un lugar donde
ahora un equipo hispano-emiratí se propone sacarlo del subsuelo y, de
paso, del desprecio con que la historia lo trató.
El proyecto está financiado por el emiratí Mustafá Abdulrahman y
capitaneado por el cineasta español Javier Balaguer, quien prepara un
documental y un largometraje de ficción sobre lo que llama “un hombre
maltratado por la historia, pese a que le debemos la salvación de
Granada y de la Alhambra”.
Boabdil perdió Granada en 1492, lo que significó el fin de Al Ándalus,
y se exilió con su familia en el vecino Marruecos, en lo que entonces
era el Sultanato de Fez.
Sin mezclarse en luchas palaciegas de Fez ni desempeñar ningún cargo
relevante, vivió 40 años más y murió discretamente en 1533, según
refiere Virgilio Martínez Enamorado, que ha ejercido como asesor
científico del proyecto hispano-emiratí.
Fue 150 años después cuando un historiador árabe llamado Al Maqarri,
que decía haber conocido a los nietos de Boabdil, reveló que el rey
depuesto había sido enterrado en una musalla cercana a la Puerta de la
Justicia de la medina de Fez, una de las más imponentes de la ciudad
antigua y ahora denominada Puerta del Quemado, pero la ermita sigue
allí, en medio de un descampado que en los últimos días ha sido tomado
por Balaguer, cámara en mano, y Avial.
Sin embargo, la maraña burocrática marroquí –y, concretamente, saber
quién da el permiso– ha impedido que los expertos puedan realizar una
excavación arqueológico-forense y extraer restos que puedan pasar los
análisis de carbono 14 y datar al menos su antigüedad, así como la edad o
posible enfermedad que tenían esas personas al morir.
El Ayuntamiento de Fez ha conminado a los diferentes ministerios
potencialmente capaces de autorizar o bloquear las excavaciones
–Cultura, Asuntos Islámicos, Interior– a que den una opinión definitiva
para poder empezar las excavaciones la próxima semana.
El prestigioso forense vasco Francisco Echevarría, acompañado de un
equipo de cuatro arqueólogos de la Sociedad Aranzadi, se ha comprometido
con Balaguer a analizar los restos si llega el permiso, y asegura que
en cinco días podrían extraerse huesos o dientes y su análisis demorarse
sólo dos meses.
Un Boabdil mexicano
Si se confirmara que en la ermita hay enterrado desde hace cinco siglos
un varón de unos 70 años, podría entonces cotejarse su ADN con el de un
hombre aún vivo y residente en México. Este hombre asegura poder
demostrar que pertenece al linaje de Boabdil, a partir de una hermana o
una hija del rey granadino que tuvo que cristianizarse con el nombre de
Isabela para permanecer en Granada, la cual tuvo un hijo con Fernando el
Católico, y sus descendientes “hicieron las Américas”, siempre según
Balaguer.
Existe además la posibilidad de buscar más restos del padre o el
abuelo de Boabdil, que se saben enterrados en el castillo de la
localidad de Almuñécar, cerca de Granada, asegura por su parte
Abdulrahman. El mecenas emiratí –y es también la idea de Balaguer–
quiere reivindicar la figura de Boabdil, ya que según él fue “un hombre
de Estado, no un guerrero, un gran negociador que debe pasar a la
historia porque prefirió, antes que la guerra, salvar la vida de todo un
pueblo”.
Begoña Marín
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