Madre y maestra de mis pasos,
de los de ayer, de los actuales
y seguro, de los futuros.
Cuando el amigo no es tal;
la mano que se creía
cerca y samaritana
no es sino pura guadaña
entonces, madre y maestra
ven a mí, a mi posada;
tú rodéame, déjate
que abrace tus entrañas
porque, oh amorosa Vida
uno sólo ve el alma
rota y lacerada
por tanta hipocresía:
la suya, la de él, la mía.
Ya sólo pido salir
Me equivoqué y confundí
la noche con el alba
y a los que valen la pena
con los que no valen nada.
Hacer el bien, siempre y a todos
era un lema que llevaba
sobre mis hombros,
pero hay gente que rumia
y a esos es mejor dejarlos
y a esos es mejor dejarlos
que sigan en su sabana.
Mi pecado: -¿cuál es?:
Confundir al que aplasta
con todo aquel que viene
sembrando mañanas,
con el que sabe apreciar
la amistad en los gestos,
las obras y las palabras.
con el que sabe apreciar
la amistad en los gestos,
las obras y las palabras.
Madre y maestra,
de todos mis pasos:
¡que aprenda!, que vea
tus duras enseñanzas
como oportunidades,
como unas fuentes
de sabiduría arcana.
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