TRADUCCIÓN

lunes, 14 de enero de 2019

sábado, 5 de enero de 2019

LOS NOMBRES DE ALLAH

Los Nombres sublimes

No. Transcripción Árabe Español Transliteración
1 Al-lah الله Dios
2 Ar Rajmán الرحمن El Compasivo con toda la creación Ar-Raḥmān
3 Ar Rajim الرحيم El Misericordioso con los creyentes Ar-Raḥīm
4 Hadith حديث El nombre femenino usado en la antigua Arabia para referirse a la divina madre, La serpiente alada de Luz, la divina madre Kundalini. Hadith
5 Al Málik الملك El Rey Al-Malik
6 Al Cudús القدوس El Santísimo Al-Quddūs
7 As Salam السلام La Paz As-Salām
8 Al Mumin المؤمن El Dispensador de seguridad Al-Muʾmin
9 Al Muhaimin المهيمن El Custodio Al-Muhaymin
10 Al Aziz العزيز El Todopoderoso Al-ʿAzīz
11 Al Yabar الجبار El Dominador Al-Jabbār
12 Al Mutakábir المتكبر El Supremo Al-Mutakabbir
13 Al Jálik الخالق El Creador Al-Khāliq
14 Al Bari البارئ El Iniciador Al-Bāriʾ
15 Al Musáwir المصور El Formador Al-Muṣawwir
16 Al Gafar الغفار El que perdona Al-Ghaffār
17 Al Cahar القهار El Victorioso Al-Qahhār
18 Al Wahab الوهاب El Dadivoso Al-Wahhāb
19 Ar Razak الرزاق El Proveedor Ar-Razzāq
20 Al Fataj الفتاح El que abre los corazones a la fe y el conocimiento Al-Fattāḥ
21 Al Alim العليم El Omnisciente Al-ʿAlīm
22 Al Cábid القابض El Restrictivo Al-Qābiḍ
23 Al Básit الباسط El Pródigo Al-Bāsiṭ
24 Al Jáfid الخافض El que da humildad Al-Khāfiḍ
25 Ar Rafi الرافع El Enaltecedor Ar-Rāfiʿ
26 Al Muiz المعز El que otorga honores Al-Muʿizz
27 Al Mudil المذل El Humillador Al-Muzill
28 As Samí السميع El Omnioyente As-Samīʿ
29 Al Basir البصير El Omnividente Al-Baṣīr
30 Al Jakam الحكم El Juez Al-Ḥakam
31 Al Ádel العدل El Justo Al-ʿAdl
32 Al Latif اللطيف El Sutil Al-Laṭīf
33 Al Jabir الخبير El Bien Informado Al-Khabīr
34 Al Jalim الحليم El Indulgente Al-Ḥalīm
35 Al Adim العظيم El Grandioso Al-ʿAẓīm
36 Al Gafur الغفور El Absolvedor Al-Ghafūr
37 Ach Chakur الشكور El Recompensador Ash-Shakūr
38 Al Alíi العلى El Sublime Al-ʿAlī
39 Al Kabir الكبير El Grande Al-Kabīr
40 Al Jafid الحفيظ El Preservador Al-Ḥafīẓ
41 Al Muquit المقيت El Preponderante Al-Muqīt
42 Al Jasib الحسيب El que tiene en cuenta todas las cosas Al-Ḥasīb
43 Al Yalil الجليل El Sublime Al-Jalīl
44 Al Karim الكريم El Generoso Al-Karīm
45 Ar Raquib الرقيب El Vigilante Ar-Raqīb
46 Al Muyib المجيب El que responde las súplicas Al-Mujīb
47 Al Wasi الواسع El Vasto Al-Wāsiʿ
48 Al Jakim الحكيم El Sabio Al-Ḥakīm
49 Al Wadud الودود El Afectuoso Al-Wadūd
50 Al Mayid المجيد El Majestuoso Al-Majīd
51 Al Baiz الباعث El Resurrector Al-Bāʿith
52 Ach Chahid الشهيد El Testigo Ash-Shahīd
53 Al Jak الحق La Verdad Al-Ḥaqq
54 Al Wakil الوكيل El Amparador Al-Wakīl
55 Al Cawí القوى El Fuerte Al-Qawiy
56 Al Matín المتين El Firme Al-Matīn
57 Al Walí الولى El Protector Al-Walī
58 Al Jamid الحميد El Loable Al-Ḥamīd
59 Al Mujsí المحصى El Calculador Al-Muḥṣī
60 Al Mubdí المبدئ El Originador Al-Mubdiʾ
61 Al Muid المعيد El Restaurador Al-Muʿīd
62 Al Mují المحيى El que da la vida Al-Muḥyī
63 Al Mumit المميت El que quita la vida Al-Mumīt
64 Al Jay الحي El Siempre Vivo Al-Ḥayy
65 Al Caiyum القيوم El Autónomo Al-Qayyūm
66 Al Wáyid الواجد El Constante Al-Wājid
67 Al Máyid الماجد El Ilustre Al-Mājid
68 Al Wájid الواحد El Único Al-Wāḥid
69 As Samad الصمد El Absoluto Aṣ-Ṣamad
70 Al Cádir القادر El Determinador Al-Qādir
71 Al Múctadir المقتدر El que dispone todos los asuntos Al-Muqtadir
72 Al Mucádim المقدم El Auspiciador Al-Muqaddim
73 Al Muájir المؤخر El que pospone Al-Muʾakhkhir
74 Al Áwal الأول El Primero Al-ʾAwwal
75 Al Ájir الأخر El Último Al-ʾAkhir
76 Ad Dáhir الظاهر El Manifiesto Aẓ-Ẓāhir
77 Al Batin الباطن El Oculto Al-Bāṭin
78 Al Waali الوالي El Amo Al-Wālī
79 Al Mutaal المتعال El Sublime Al-Mutaʿāl
80 Al Barr البر El Bondadoso Al-Barr
81 At Tawab التواب El que se vuelve hacia quien lo busca At-Tawwāb
82 Al Muntaquim المنتقم El Vengador Al-Muntaqim
83 Al Afúu العفو El que perdona los pecados del que se arrepiente Al-ʿAfū
84 Ar Rauf الرؤوف El Clemente Ar-Raʾūf
85 Málikul Mulk مالك الملك El Soberano Supremo Mālik-ul-Mulk
86 Dul Yalali wal Ikram ذو الجلال والإكرام El poseedor de la majestuosidad y la generosidad Dhū-l-Jalāli wa-l-ʾikrām
87 Al Múcsit المقسط El Equitativo Al-Muqsiṭ
88 Al Yami الجامع El Reunidor Al-Jāmiʿ
89 Al Ganí الغنى El Opulento Al-Ghanī
90 Al Mugní المغنى El Suficiente Al-Mughnī
91 Al Mani المانع El que priva Al-Māniʿ
92 Ad Dar الضار El Creador de lo que hace daño Aḍ-Ḍārr
93 An Nafi النافع El Creador de lo bueno An-Nāfiʿ
94 An Nur النور La Luz An-Nūr
95 Al Hadi الهادئ El Creador de la guía Al-Hādī
96 Al Badí البديع El Iniciador Al-Badīʿ
97 Al Baqui الباقي El Eterno Al-Bāqī
98 Al Wáriz الوارث El Heredero Al-Wārith
99 Ar Rachid الرشيد El Maestro Infalible Ar-Rashīd
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martes, 1 de enero de 2019

EL SANGRIENTO ORIGEN DE LA NOCHEVIEJA

El Sangriento origen de la Nochevieja

Parece que una vez más “todos los caminos llevan a Roma”. Así es, de nuevo, como pasa con casi todos los “rituales” occidentales, muchos reconvertidos por la Iglesia Católica para que calaran mejor entre las poblaciones autóctonas – veamos el caso de los Carnavales, la Navidad, … – también el origen de la tan celebrada Noche de Fin de Año se debe a los intereses de la mayor potencia del Mundo occidental antiguo: Roma.
Guerras Celtíberas
Guerras Celtíberas
Hace un tiempo ya hacíamos un repaso de la historia del calendario, desde sus inicios en la época del primer rey de Roma, Rómulo, hasta llegar a nuestros días. Pues bien, ahí os explicábamos muy de pasada que por razones estratégicas, en época republicana, se decidió pasar el comienzo del año al 01 de Enero pudiendo así elegir a los Cónsules.
Pero, ¿cuál fue exactamente el punto de inflexión que lo provocó? Pues, precisamente la GUERRA, y nada más y nada menos que en Hispania.
Hasta el año 154 aC, el año administrativo en los dominios de Roma acababa el 14 de marzo,  y lo que hoy es el día de Añonuevo tocaba por tanto en los Idus de Marzo, esto es, el 15 de marzo, jornada en la que arrancaba el calendario y en la que se elegían a los cónsules.  Sin embargo, la revuelta de Segeda obligaría a cambiar el inicio del año.
FUENTES CLÁSICAS 
Tito Livo, en su historia de Roma desde los orígenes, nos indica escuetamente lo siguiente:
“En el año 598 de la fundación de la ciudad, los cónsules entraron en la magistratura en las calendas de enero. La causa de este cambio fue una rebelión en Hispania”
La noticia también la da Casiodoro:
“En el consulado de Q. Fulvio y T. Annio. Éstos fueron los primeros cónsules en entrar en la Magistratura en las calendas de enero a causa de una guerra en la Celtiberia”
La tercer fuente es un calendario de época imperial, los Fasti Praenestini, que en una de las anotaciones que da en las Calendas de enero comenta:
“El año comienza porque los magistrados entraron en sus funciones por primera vez en el año 601 de la fundación de la Ciudad”
EL CONFLICTO
Los Belos eran la etnia celtíbera que dominaba una amplia extensión geográfica del nordeste peninsular y que tenía un poderoso centro social y administrativo en Segeda -actual término municipal de Mara, en la provincia de Zaragoza-
Segeda_Una_de_Romanos_roma
Según Apiano, en el año 153 aC se produjo un hecho que a ojos de los romanos rompía con el tratado acordado en el 179 aC por Graco,  y que acababa con años de convivencia pacífica. Roma consideró que éstos habían roto los pactos aduciendo como casus belli el hecho de que en Segeda se hubiera procedido a ampliar las murallas de la ciudad. El Senado lo consideró como una infracción de los acuerdos de Graco y una amenaza para sus intereses en Hispania por lo que prohibió continuar la muralla y exigió, además, el tributo establecido con Graco. Los segedenses arguyeron que la muralla era una ampliación y no una nueva construcción y que se le había exonerado del pago del tributo después de Graco.
Para enfrentar el conflicto en Hispania, el Senado decidió que, en lugar de a un Pretor como era costumbre, en esta ocasión enviaría a un Cónsul en quien los senadores depositaron toda su confianza. El elegido fue Quinto Fulvio Nobilior.
Y aquí nos encontramos con otra decisión trascendente por parte del Senado: Cambiar la fecha de nombramiento de las Magistraturas. Parece ser que se decidió adelantar el nombramiento para acometer los preparativos y los rituales preceptivos entre enero y febrero y permitir la llegada del Cónsul a Hispania con un ejercito en Marzo. De otro modo, si entraba en funciones en marzo, debiendo llevar a cabo toda una serie de ceremonias religiosas, tales como las Ferias Latinas, así como la leva de la Legión, ello significaría que el ejercito llegaría a Hispania en septiembre u octubre, ya acabado el verano, y si la guerra se prolongaba, y el invierno caía, el ejercito en su totalidad debía acampar toda la estación fria, con el coste que ello conllevaría.
Por dicho motivo, se adelantó la fecha de elección consular al 1 de enero. Hasta entonces enero y febrero eran los dos últimos meses del calendario. Sept-iembre, Oct-ubre, Nov-iembre y Dic-iembre siguieron conservando los prefijos de séptimo, octavo, noveno y décimo mes respectivamente, a pesar de que pasaran ahora a la posición 9º-12º.
SEGUNDA GUERRA CELTÍBERA
El Senado romano movilizó un ejército de 30.000 hombres para atacar a Segeda, el doble de lo que hasta entonces era habitual en los contingentes que llegaban a la Península. Los Belos se aliaron a una de las tribus celtíberas más poderosas, los arévacos, cuya ciudad más importante era Numancia.
Guerreros Celtíberos en una cerámica numantina
Guerreros Celtíberos en una cerámica numantina
Al llegar las tropas de Roma, Segeda estaba vacía, abandonada por sus habitantes. Nobilior se lanzó a lo que, equivocado, creía una simple persecución. Los segedanos habían sido acogidos por la ciudad celtíbera arévaca de Numancia (cerca de Garray, Soria), y las tropas conjuntas de ambas ciudades tendieron una emboscada al ejército de Nobilior, asestándole una severa derrota.
Las fuerzas combinadas de ambos pueblos pararon primero el ataque romano contra Sekaisa y luego lo rechazaron en Numancia. El primer fracaso romano se produjo el 23 de agosto de 153 a. C., en el día de la Vulcanalia, causándo una pérdida al ejercito romano de 6000 hombres. El desastre fue tan grave que este día quedaría marcado como día nefasto en el calendario romano, hasta el extremo de que ningún general romano después lucharía en ese día a menos que fuera obligado.
Tras sufrir una segunda derrota a las puertas de la ciudad de Numancia, esta vez pese a contar con la ayuda de los númidas y sus diez elefantes de guerra, Nobilior tuvo que retirarse a su cuartel de Renieblas (provincia de Soria), hostigado por numantinos, segedanos y el cruel invierno de la Meseta. Al llegar el año siguiente, el nuevo cónsul, pese a las tropas de refuerzo que traía, no pudo más que reconocer la derrota y firmar una tregua con los celtíberos.
Como ya sabemos, la moneda cambiaría de cara. Segeda fue solo el principio, la punta de lanza de una campaña bélica que sembró de sangre las tierras de Hispania. La tregua duraría unos ocho años, tras la cual Numancia lideraría la resistencia frente a Roma en lo que sería la tercera y última Guerra Celtibérica. Pero eso, como se suele decir, es otra historia!!
BIBLIOGRAFÍA:

sábado, 29 de diciembre de 2018

A MEME ALVARADO

 Hace unos años, para el cuadernillo central de la revista Resurrexit, hice una poesía dedicada a los imagineros. Hoy la rescato de la memoria y la adapto un poco como homenaje a Bartolomé Alvarado Carrasco imaginero de Nuestra Señora de la Paz. Descanse por siempre en paz y goce ya de luz junto a María, Señora de la Paz. Gracias Memé.

                                                        Pasión de imaginero

                           Cerró los ojos, no movió los labios;
en silencio permaneció un rato;
imaginó al reo en un atrio
con la cara herida; caídos los brazos;
su sangre ticteaba el enlosado
mientras el bullicio, loco, reía
las burlas de sayones y soldados.

Abrió los ojos, fijo miró el rastro
de ansiedad y miedo sobre su mano;
pidió humildemente al cielo perdón
y nervioso empezó a modelar rasgos;
sintió un intenso dolor en los dedos
y, en la frente, correrle el sudor rápido.

Buscó ávido la mirada del reo
y, en la arcilla, encontró que la muerte
había posado ya su hosco manto.

Una tétrica cruz de larga sombra
voló por la estancia de lado a lado,
el imaginero la vio en su piel 
trepar con sus amenazantes clavos
hasta helarle su ingenuo corazón
con el peor de todos los presagios.

Dejó galopar libre su dolor
y en la estancia, solo, rezó con llanto
ante un Ecce Homo hecho de amor y barro.

Mas él tuvo consuelo en la Madre
que lo acogió en sus generosos brazos
y le dio la paz que tanto había ansiado.

                 P G L


 


jueves, 27 de diciembre de 2018

CÁRCELES DE LA ANTIGUA ROMA




Cuando el hombre tuvo necesidades de poner a buen recaudo a sus enemigos, surgió la cárcel. Las  primeras cárceles fueron cuevas, tumbas, cavernas, etc., lugares inhóspitos a donde se enviaban desterrados a los enemigos del Estado.

La prisión no aparece inicialmente relacionada con la idea de castigo sino con la de idea de detención. Las civilizaciones más antiguas (China, Egipto, Roma, Israel y Babilonia) nos muestran a la prisión como un lugar de custodia y tormento.

Tanto Platón como  San Juan Crisóstomo entienden que la pena es medicina contra el autor del delito, el tratamiento su aplicación y la cárcel el hospital.

Eran lugares adaptados para cumplir con la finalidad de separar a todos aquellos que eran considerados peligrosos para la sociedad y el Estado.


Al pie del Capitolio, en la zona noreste del foro, se encontraba ubicada una cárcel esta prisión cumplió las principales necesidades de la ciudad. Según nos relata Plinio otra cárcel seguramente de menores dimensiones, se encontraba en el lado opuesto del Capitolio al margen del centro político y judicial, que a principio del siglo II a.C. desaparece para ser sustituida por el templo de la Pietas.


A mediados de la República se utilizan en Roma como cárcel varios edificios públicos. La falta de infraestructuras para retener a la gran masa de prisioneros motivo la improvisación. La cárcel pública se empleaba tanto para retener a los prisioneros de guerra como a presos comunes., siendo tan grande el número de estos últimos que también utilizaron ciudades cercanas.

La mayoría de estas ciudades tenían  algunos vínculos jurídicos con Roma.
En época Imperial los lugares de encarcelamiento se dispersaron por toda la ciudad con la llegada del nuevo orden jurídico inaugurado  por Augusto.





La creación de un mayor número de prisiones y lugares de encarcelamiento se debe a la intención de Augusto a ejercer mayor control sobre la seguridad ciudadana.

Roma favorecía la llegada constante de maleantes, aventureros etc, las cárceles se llenaban de ellos así como de  condenados a morir en los espectáculos públicos y también de acusados que  habían apelado el favor del emperador y que esperaban una resolución favorable a su caso.

Además de la cárcel del foro romano, restaurada a mitad del siglo I se destinaron dependencias para cárceles dentro de las dependencias de la guarnición construidas en el reinado de Augusto cuyas obras continuaron aún en época de Tiberio.

También existía en la prefectura de la urbe, un lugar para la custodia de los acusados donde aguardaban la celebración de sus juicios.

En  la Domus tiberiana  se localizaba un lugar para los encarcelamientos, como  indican Tácito y Suetonio. Ya en el siglo V se tiene noticias de una prisión  en la Isla Tiberina.


Tito Livio (Livio), data la  construcción en el siglo VII a. C.  de la Carcere Mamertino, Fue Anco Marcio, cuarto rey de Roma, quien edificó esta estructura subterránea durante su reinado entre el 640 a. C. y el 616 a. C.

Los presos eran encerrados en esta cárcel  para que aguardaran a su ejecución o simplemente dejarlos morir de hambre al abrigo de miradas indiscretas. Los enemigos vencidos de Roma eran encarcelados en esta terrible prisión, y a menudo también morían en ella.

Entre los famosos personajes históricos que pasaron sus últimos días allí podemos citar a Vercingetórix, líder de los Galos, que intentó reunir a las tribus galas en una alianza contra César en el año 52 a. C.; Simón Bar Jioras, defensor de Jerusalén, derrotado por Tito en el 70 d. C., y supuestamente también los apóstoles Pedro y Pablo.

Entre los años 600 a. C. y 500 a. C., la Mamertino fue construida como cisterna para un manantial que había en el suelo en ese lugar. Una vez convertida en prisión se crearon dos celdas, una justo encima de la otra. La celda circular, la más baja de las dos, conocida como el Tullianum, debe su nombre a su constructor, Servio Tulio, del siglo VI a. C. Esta “mazmorra” estaba ubicada en el interior del sistema de alcantarillado que corría por debajo de la ciudad y solo se podía acceder a ella descolgándose a través de un agujero en el suelo,
El antiguo historiador Salustio escribió que estaba doce pies ( 3,65 metros) bajo tierra y describió su apariencia como: “ repulsiva e infame por causa de la inmundicia, la oscuridad y el hedor.”



Fuentes :


miércoles, 26 de diciembre de 2018

ISLAS PRISIÓN DE LOS ANTIGUOS ROMANOS


<p><b>Montecristo, Toscana</b></p><p></p> 163
Montecristo, Toscana

<p><b>Pantelaria, Sicilia</b><b> </b></p><p></p> 163
Pantelaria, Sicilia 

<p>Ponza, Lacio<b> </b></p><p></p> 163
Ponza, Lacio 

<p>Santo Stefano, Lacio</p><p></p> 163
Santo Stefano, Lacio

<p>Ventotene, Lacio</p><p></p> 163
Ventotene, Lacio

<p>Asinara, Cerdeña</p><p></p> 163
Asinara, Cerdeña

<p>Pianosa, Toscana</p><p></p> 163
Pianosa, Toscana

Capraia, Toscana 163
Capraia, Toscana 

<p><b>Favignana, Sicilia </b></p><b> </b><p></p> 163
Favignana, Sicilia 
  

<p><b>Gorgona, Toscana </b></p><b> </b><p></p> 163
Gorgona, Toscana 
Si durante siglos fueron lugares que nadie quería pisar, hoy es uno de los lugares para vacacionar más buscados. Se trata de prisiones radicadas en pequeñas islas que están ubicadas en la costa de Italia, en las que el país albergó por mucho tiempo a los criminales más buscados y temidos.
Gracias a su intacta belleza natural, estas antiguas colonias penales se constituyeron en lugares paradisíacos: "pocos turistas, playas inmaculadas y abundancia de flora y fauna", tal como señala CNN.
Montecristo, Toscana
Es el archipiélago que inspiró la novela de Alexander Dumas, El conde de Montecristo. Si alguna vez fue un lugar de difícil escapatoria, por estos días se convirtió en una zona de difícil acceso.
Fue declarada "reserva biogenética" por la Unión Europa. Mientras que en el siglo XIX fue una colonia penal, ahora es el hogar del guardián solitario de la isla, que vive con algunas cabras y focas. Sólo se permiten 1.000 visitas al año.
Pantelaria, Sicilia
Es una isla volcánica que está más cerca de la costa tunecina que de Italia. A lo largo de la historia fue un centro mediterráneo estratégico para los comerciantes romanos y fenicios. Luego fue ocupada por los españoles, quienes establecieron una prisión. Tiene una tierra tan fértil que produce excelentes vinos.
Capraia, Toscana
Sus orígenes volcánicos se vislumbran en acantilados rojizos. Esta cárcel recién cerró en 1986, y sus antiguos calabozos ahora forman parte de una de las atracciones turísticas más buscadas.
Esta isla en un lugar ideal para bucear, ya que es un parque marítimo protegido.
Santo Stefano, Lacio
Consiste en una enorme fortaleza de prisión construida sobre una "roca negra" por los borbones españoles en el siglo XVIII. Su estructura busca representar un tenebroso "círculo del infierno".
Sus celdas tenían ventanas, pero éstas sólo daban hacia adentro, de modo tal que no permitían a los reclusos observar el mar. Esta cárcel fue habitada por miles de personas que se oponían a la realeza. Pero más tarde, ya en el siglo XX, estuvo ocupada por opositores al fascismo.
Es por eso que uno de los padres fundadores y presidentes de la Italia moderna, el socialista Sandro Pertini, fue enviado aquí por su enemigo: il Duce Benito Mussolini.
Gorgona, Toscana
Se trata de la única isla italiana que todavía hoy funciona como cárcel, donde los reclusos trabajan en viñedos y granjas. Su paisaje paradisíaco está compuesto por una plétora de arbustos. El archipiélago es un lugar ideal para observar ballenas y delfines. Sólo está permitido el ingreso de 25 personas por día.
Ventotene, Lacio
Se encuentra a mitad de camino entre Nápoles y Roma. La prisión funcionaba en tiempos romanos y fue el lugar a donde el emperador Nero envió a su esposa en el siglo I bajo la acusación de adulterio.
Pero esta también fue un lugar al que Mussolini envió a muchos de sus acérrimos opositores. Entre ellos, Altiero Spinelli, uno de los padres teóricos de la Unión Europea.
Las antiguas celdas se transformaron en casas de verano y se trata de uno de los sitios de buceo más populares de Italia.
Asinara, Cerdeña
Como las demás, alguna vez fue una colonia penal, pero actualmente funciona como un parque protegido con más de 650 especies de animales: entre ellos están los burros albinos.
Ponza, Lacio
Es una de las islas más bellas del Mediterráneo. Esta vez fue a Mussolini al que le tocó habitar esta prisión durante varias semanas en 1943, una vez derrocado y arrestado.
Pianosa, Toscana
Cárcel de máxima seguridad, fue cerrada en 1998 y albergó a muchos de los criminales más temidos de la mafia italiana. Era, de hecho, llamada la "isla del diablo" por los propios convictos. El sobrino del emperador Augusto fue encarcelado y sentenciado a muerte aquí en el año 14 d.C.
Favignana, Sicilia
Tiene forma de mariposa y fue habitada por miles de libios, luego de que Italia invadiera Libia en 1911. Es conocida por sus profundas cuevas de rocas calcáreas.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

EL ENTRENAMIENTO DEL LEGIONARIO ROMANO


-Si por algo se caracterizó el ejército romano de la Antigüedad fue por su versatilidad y su capacidad de evolución, dos rasgos habituales para un contingente militar que estuvo activo durante casi quince siglos. Durante ese tiempo, los militares republicanos e imperiales se adaptaron a los terrenos que pisaban, a los enemigos a los que se enfrentaban y a las condiciones climatológicas que debían soportar. Desde las armas, hasta las estrategias pasando por la alimentación. Todo estos ámbitos fueron modificados década a década con el objetivo de conseguir que estos militares tuvieran en su mano todas las ventajas necesarias para aplastar a sus enemigos.
Sin embargo, en el adiestramiento de los reclutas romanos siempre hubo una máxima: la rudeza crea soldado de élite. Así lo corroboró el general e historiador judío Flavio Josefo durante el siglo I al afirmar que los entrenamientos de las legiones eran como batallas sin derramamiento de sangre, y las contiendas como «sangrientos entrenamientos». El secreto para conseguirlo era, según él mismo señalaba, sencillo: «Todos los soldados se ejercitan a diario, por eso soportan con tanta facilidad la fatiga en las batallas». Lo cierto es que no le faltaba razón, aunque quizá debería haber añadido que el programa para convertir a un hombre corriente en una máquina de matar era más que extenuante.
Ese entrenamiento, que se basaba en la resistencia física e incluía ejercicios usados por los gladiadores para perfeccionar su habilidad con las armas, era solo parte de los secretos de los legionarios para presentarse siempre en condición óptima ante el enemigo. Dionisio Casio, escritor clásico que vivió durante el siglo II, afirmó que hasta la dieta era determinante para ayudarles a obtener la victoria. En este sentido señaló que, durante los primeros siglos del Imperio, los soldados debían consumir «pan amasado, vino y aceite» como alimento básico, además de algún que otro capricho. «También comían carne, pero esta era considerada un suplemento», afirma Stephen Dando-Collins en « Legiones de Roma».
«Un puñado de hombres, endurecidos por la Guerra, está destinado a la victoria cierta, mientras que, al contrario, numerosos ejército de tropas indisciplinadas no son otra cosa que multitudes de hombres arrojadas a una carnicería»
Todo ello se completaba con un estricto sistema de trabajo para terminar de curtir su cuerpo. «Los legionarios eran, primero y antes que nada, soldados, pero también llevaban a cabo otros trabajos: eran constructores, ingenieros, policías, y a veces incluso funcionarios civiles, y para cumplir con todas sus tareas, tenían que estar muy bien adiestrados», afirma, en este caso, John Wilkes en « El ejército romano». En todo caso, el autor coincide en que fueron todas estas normas, el adiestramiento y la disciplina las que «proporcionaron al ejército romano todas sus victorias».
Por si fuera poco, y según Flavio Josefo, llevar a cabo este duro entrenamiento no era algo habitual en la época. Así lo corrobora también Chantal Subirats en su tesis doctoral « El ceremonial militar romano: liturgias, rituales y protocolos en los actos solemnes relativos a la vida y la muerte en el ejército romano del Alto Imperio», donde señala que el resto de naciones no le dedicaban tantos esfuerzos al adiestramiento de sus hombres. Y es que ya lo decía el escritor del siglo V Vegecio: «Un puñado de hombres, endurecidos por la Guerra, está destinado a la victoria cierta, mientras que, al contrario, numerosos ejército de tropas indisciplinadas no son otra cosa que multitudes de hombres arrojadas a una carnicería».

Imagen de recurso de una legión romana

Primeros pasos

Aunque con salvedades, la mayoría de autores coinciden en que el pilar básico sobre el que se sustentaban los legionarios romanos era la resistencia física, la cual se entrenaba a base de marchas. Su máxima era, como ya afirmaba Escipión el Africano, que un soldado no servía para nada si no podía caminar. En su pintoresca obra (aunque no por ello menos documentada) « Legionario, el manual (no oficial) del soldado romano», el doctor en historia Philip Matyszak afirma que las marchas eran «una de las primeras cosas que un recluta aprendía». Wilkes coincide y añade que eran de suma importancia «para los reclutas como para los soldados antiguos».
En palabras de Matyszak (que describe los ejercicios que se desarrollaron durante los primeros siglos del Imperio) las marchas de los reclutas eran progresivas y se llevaban a cabo alrededor del campamento. «Una vez que un pelotón demuestra ser capaz de andar 30 kilómetros en cinco horas, es el momento de probar los 60 en doce horas», explica. Cuando lo lograban volvían a los 30 kilómetros, aunque cargados con la armadura completa. «Incluso después de completar su instrucción y de ser destinado a un campamento fijo, el legionario deberá acometer frecuentes y agotadoras marchas de entrenamiento», añade el autor.
Wilkes añade que, cada tres meses, novatos y veteranos llevaban a cabo largas caminatas portando un peso de hasta 30 kilos, el equivalente a un saco lleno de carbón. «Esto se hacía así porque, en caso de peligro, era probable que tuvieran que recorrer más de 38 kilómetros en un solo día, y además construir un campamento al caer la noche, por lo que era sumamente importante que todos estuvieran bien entrenados y en forma», añade.
A esto se sumaban, en palabras de Wilkes, ejercicios tan rudos como derribar árboles, saltar y participar en unos «cursos de asalto» que consistían en superar una pista de obstáculos con la armadura puesta y llevando sus armas en la mano. Todo ello era supervisado por el «optio», el oficial encargado del adiestramiento.

A formar

Además, los soldados aprendían a correr en formación y a seguir el paso de sus compañeros para que, llegado el momento, su unidad avanzara hacia el enemigo a un único son. «Era importante acostumbrarse al paso marcado por la legión, porque el ejército romano le gustaba marchar en bloques compactos y tenía poca paciencia con los rezagados», añade, en este caso, el autor de «Legionario, el manual (no oficial) del soldado romano». Estos principios básico eran esenciales para convertirse en un futuro soldado al servicio de Roma.
En esta parte del entrenamiento debían aprender también los movimientos militares que utilizarían en el campo de batalla. Como ejemplo, Dando-Collins pone los ejercicios que les permitían saber organizarse de manera estándar (en filas de ocho por diez con un espacio de un metro entre soldados para que las tropas auxiliares que se retiraran pasaran a través de ellos) y en formación cerrada (acercándose lo máximo posible a su compañero para generar una barrera infranqueable de escudos).
Finalmente, aprendían a adoptar formaciones especializadas para enfrentarse a cada tipo de enemigo. Si las básicas eran la línea recta, la oblicua y la posición en media luna; las específicas incluían la cuña para evitar las cargas de caballería o el anillo si eran rodeados.
«La famosa “testudo”, la formación de tortuga, consistía en juntar los escudos por encima de las cabezas y por los flancos, lo que creaba una protección frente a una lluvia de lanzas, flechas o piedras. La testudo, “fundamentalmente cuadrada, pero en ocasiones circular o rectangular”, se empleaba sobre todo cuando las legiones estaban intentando socavar los muros de una fortaleza enemiga», añade Dando-Collins. En todo caso, era importante ser rápido, ya que ser el último en acatar la orden solía llevar aparejada una buena reprimenda.

Combate

Una vez que tenían la capacidad de llegar al combate sin caerse redondos de cansancio, los legionarios romanos debían aprender a acabar con sus enemigos de la forma más eficiente posible. El primer enemigo al que se enfrentaban los reclutas era un poste de madera que les servía para practicar los movimientos que debían hacer con la espada y el escudo. Por descontado, estos ejercicios se llevaban a cabo con armas de madera mucho más pesadas que las reales. ¿El objetivo? Fortalecer los músculos de los combatientes y que, en plena batalla, pudieran manejar sus pertrechos de forma mucho más ágil.
Este tipo de ejercicios, usados en principio para entrenar a los gladiadores, fueron instaurados por el cónsul Mario después de que observara que los hombres que se ejercitaban junto a su amigo, el lanista Rutilo Rufo, eran mucho más letales que los suyos. Este curioso adiestramiento es corroborado por Subirats, quien explica, además, que los postes medían aproximadamente 1,82 metros y que el recluta «aprendía esgrima asestándoles golpes». Lo habitual era que el combatiente aprendiera a dar estocadas ya que, como explicaba Vegecio, «una estocada, aunque penetre apenas cinco centímetros, por lo general es mortal». El mismo autor clásico afirmaba que los veteranos se burlaban de los que preferían «cortar».
«Una estocada, aunque penetre apenas cinco centímetros, por lo general es mortal»
Una vez que los reclutas aprendían a dar estocadas con la espada de madera y a cubrirse con el escudo de mimbre, comenzaban a adiestrarse con el «pilum». Exactamente igual que sucedía con los anteriores aperos de entreno, esta lanza era considerablemente más pesada que la real y contaba con una punta de cuero que, aunque podía provocar cardenales al impactar contra el cuerpo, no era ni mucho menos letal.
Toda precaución era poca ya que el adiestramiento con el «pilum» se dividía en dos partes. La primera consistía en aprender a lanzarlo y, la segunda, en saber recibirlo. «Esto se hacía enfrentando a dos pelotones de legionarios», añade el autor. A pesar de que se les suponía cierta destreza, era mejor evitar disgustos futuros. En este caso, Subirats es partidaria de que, poco después, se empezaban a utilizar postes como diana para afinar la puntería. Y es que, llegada la hora, esta era la primera arma que se arrojaba contra el enemigo. «Es posible también que existiera instrucción básica con otras armas como hondas, arcos y diversas formas de artillería», añade la experta en su tesis.
A continuación, los reclutas empezaban a participar en pequeñas batallas simuladas en las que las protecciones abundaban y se utilizaban las armas de práctica, o filos reales recubiertos con protecciones de cuero. Lo habitual era que el oponente fuera otro pobre recluta ansioso de aprender para evitar recibir golpes, pero tampoco era extraño que algún veterano entrara en escena con el objetivo de demostrar al resto las habilidades de un buen combatiente y hacer morder el polvo al legionario bisoño.
Vegecio, además, recomienda en sus textos enseñar a los reclutas a montar a caballo y a nadar. Y es que, todo era poco para estos hombres. Al fin y al cabo, Wilkes es partidario de que siempre solían combatir en inferioridad numérica y de que debían paliar con su destreza este inconveniente. También por ello los oficiales insistían siempre en que el entrenamiento no tenía un principio y un final, sino que -después de los cuatro meses de instrucción- tenía que repetirse hasta que los hombres se convirtieran en unas auténticas máquinas de matar. -

Manuel  Villatoro (ABC)

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