TRADUCCIÓN

lunes, 10 de diciembre de 2018

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LORETO

Oh misericordiosa abogada y protectora de los hogares
que se ponen bajo tu amparo y protección
derrama sobre nosotros santísima bendición,
para que alejes de mi alma y de este hogar
las penas que nos embargan
y veamos realizados con tu auxilio y la bondad
del divino señor, los deseos que te pedimos.
Si, piadosa virgen, acoge nuestros ruegos con la dulzura
y la piedad que Dios ha puesto en tu corazón.
Protege nuestras empresas, vence nuestras dificultades,
y no permitas jamás que deuda alguna, tanto de nuestra alma,
como material y acechanzas malignas, traspasen los umbrales
de esta humilde casa.
A tu amparo y protección, madre de Dios acudimos.
No desprecies nuestros ruegos y de todos los peligros
Virgen Gloriosa y Bendita, defiende siempre a tus hijos.


Amén

 Resultado de imagen de nuestra señora de loreto

lunes, 3 de diciembre de 2018

ALELUYA




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Aleluya

Un soldado a casa hoy regresó
Y un niño enfermo se curó
Y hoy no hay trabajo en el bosque
Que la lluvia
Un desamparado se salvó
Por causa de una buena acción
Y hoy nadie lo repudia
Aleluya
Aleluya, aleluya
Aleluya, aleluya
Un ateo que consiguió creer
Y un hambriento hoy tiene de comer
Y hoy donaron a una iglesia una fortuna
Que la guerra pronto se acabará
Y en el mundo al fin reinará la paz
Que no habrá miseria alguna
Aleluya
Aleluya, aleluya
Aleluya, aleluya
Por qué el amor no hace al amor
Y no gorbierne la cruzión si no
Lo bueno y lo mejor del alma pura
Por que Dios nos proteja de un mal final
Por que un día podamos escarmentar
Por que acaban con tanta furia
Aleluya
Aleluya, aleluya 
Aleluya, aleluya
 

domingo, 2 de diciembre de 2018

VIVA LA GENTE

VIVA LA GENTE

Esta mañana de paseo
con la gente me encontre
al lechero, al cartero y al policia salude
en puertas y ventanas tambien recuerdos vi
mucha gente que antes nisiquiera la vi

Coro
Viva la gente la hay donde quiera que vas
Viva la gente es lo que nos gusta mas
Con mas gente, a favor de gente
en cada pueblo y nacion
Habia menos gente dificil y mas gente con corazon
Habia menos gente dificil y mas gente con corazon

Gente de las ciudades y tambien del interior
la vi como un ejercito
cada vez mayor
y entonces me di cuenta de una gran realidad
las cosas son importantes
pero la gente lo es ma.

CÍRCULO DEL BIEN HACER


sábado, 1 de diciembre de 2018

ORACIÓN DEL ABANDONO DE CARLOS DE FOUCAULD


Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.

Padre,
me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras,
Sea lo que sea, te doy gracias.
Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal que tu voluntad se cumpla en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo más, Padre.
Te confío mi alma,
te la doy con todo mi amor.
Porque te amo
y necesito darme a Ti,
ponerme en tus manos,
sin limitación, sin medida,
con una confianza infinita,
porque Tú eres mi Padre.

En francés
Mon Père,
Je m'abandonne à toi,
Fais de moi ce qu'il te plaira.
Quoi que tu fasses de moi,
Je te remercie.
Je suis prêt à tout, j'accepte tout,
Pourvu que ta volonté
Se fasse en moi,
En toutes tes créatures,
Je ne désire rien d'autre, mon Dieu.
Je remets mon âme entre tes mains.
Je te la donne, mon Dieu,
Avec tout l'amour de mon cœur,
Parce que je t'aime,
Et que ce m'est un besoin d'amour
De me donner,
De me remettre entre tes mains sans mesure,
Avec une infinie confiance
Car tu es mon Père.

lunes, 26 de noviembre de 2018

TODOS LOS DÍAS SON REGALO DE DIOS. VIDA DE SAN JUAN BERCHMANS

Su padre Juan, curtidor de pieles, y su madre Isabel, eran buenos cristianos. Tuvieron cinco hijos, de los que tres se consagraron al Señor. Murió pronto la madre, y al final el padre se ordenó sacerdote.

Nuestro santo fue el ángel del hogar, fiel ayudante de su madre. Inició sus estudios en el Seminario de Malinas, luego entró en el Noviciado de los jesuitas de la misma ciudad. Más tarde pasó a Roma. En el Seminario y en el Noviciado se distinguió por su candor, estudio y piedad.

Su devoción a la Virgen era proverbial. Sentía hacia ella un cariño tierno, profundo, confiado y filial. «Si amo a María, decía, tengo segura mi salvación, perseveraré en la vocación, alcanzaré cuanto quisiere, en una palabra, seré todopoderoso». A ella dedicó su Coronita de las doce estrellas.

Pululaban por entonces los errores de Bayo, catedrático de Escritura en Lovaina, quien afirmaba que María había sido concebida en pecado. Los teólogos Belarmino y Francisco de Toledo intervienen para esclarecer la verdad. Es curioso notar que el gran teólogo español Juan de Lugo atribuye el movimiento a favor de la Inmaculada a las oraciones de Berchmans.

El mismo Lugo insiste en que el decreto de 24 de mayo de 1622 se ha conseguido por la influencia sobrenatural de Juan Berchmans. 

En él se confirman las constituciones de Sixto VI, Alejandro VI, San Pío V y Pablo V. Se manda severamente que nadie, ni de palabra ni por escrito, se atreva a afirmar que la Santísima Virgen María fue concebida en pecado, y se solemniza la fiesta de la Inmaculada.

En el último año de su vida Juan se había comprometido, firmando con su propia sangre, a «afirmar y defender dondequiera que se encontrase el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María».

Los santos han practicado en grado heroico todas las virtudes. Pero suelen distinguirse en alguna de ellas. ¿Cuál es la virtud característica de Berchmans? Él deseaba practicarlas todas por igual. Su obsesión, su locura de santo, era la fidelidad en observar perfectamente sus obligaciones, sin excusas ni escapismos. «La virtud más eminente, es hacer sencillamente, lo que tenemos que hacer», decía Pemán en El Divino Impaciente.

Aparentemente no había hecho nada, nada llamativo. Pero vivió «apasionado por la gloria de Dios». «Quiere trabajar sin perder la más pequeña parte de su tiempo». Aprovecha las cruces de la vida diaria: «Mi mayor penitencia, la vida común». «Quiero ser santo sin espera alguna».

Hacía cada cosa en su momento, y sobrenaturalizando la intención. Cuando hay que orar, decía, ora con todo amor. Cuando hay que estudiar, estudia con toda ilusión. Cuando hay que practicar deporte, practícalo con todo entusiasmo. Y siempre con más amor, en cada instante del programa diario, bajo la dulce mirada maternal de la Virgen María. Estudiaba con la mirada puesta en el futuro apostolado, en las almas que se le encomendarían.

Resultado de imagen de SAN JUAN BERCHMANSMi mayor consuelo, decía al morir joven, es no haber quebrantado nunca, en mi vida religiosa, regla alguna ni orden de mis superiores, a sabiendas, y advertidamente, y el no haber cometido nunca un pecado venial. Alto y recio mensaje. Es patrono de los que se preparan para el sacerdocio.

Por una enfermedad pulmonar fallece en Roma el 13 de agosto de 1621 con gran pesar de toda la comunidad del Colegio Romano quienes ya lo consideraban un santo. Sus últimas palabras fueron: Jesús, María.
Beatificado por Pio IX en 1865 y canonizado por el Papa León XIII en 1888 el mismo día que San Alonso Rodriguez , San Pedro Claver y los siete fundadores de los Siervos de María .

domingo, 25 de noviembre de 2018

ABIIT, EXCESSIT, EVASIT, ERUPIT


Se ha ido, ha escapado, se ha marchado y ha desaparecido.

Cicerón la usa para hablar de Catilina, que ya no se encuentra en la capital porque ha huido rápidamente. Esta expresión se puede citar a propósito de acciones que han sido realizadas sin planificación y que tienen forma impulsiva y precipitada.



lunes, 12 de noviembre de 2018

JESÚS DIVINO MAESTRO




Me llamas MAESTRO:
y no quieres aprender de Mi.
Me llamas LUZ:
y andas en tinieblas.
Me llamas CAMINO:
y no me sigues.
Me llamas VIDA:
y te apartas de Mí.
Me llamas VERDAD:
y no me crees.
Me llamas GUÍA:
y desprecias mis Mandamientos.

Me llamas BUENO:
y no me amas.
Me llamas ETERNO:
y piensas sólo del mundo.
Me llamas NOBLE:
y en vilezas te deleitas.
Me llamas TODOPODEROSO:
y no me temes.
Me llamas JUSTO:
¡Oh, si lo fuera siempre!
Si luego te condeno, no es mía la culpa.

I
Jesús, divino Maestro, te adoramos como Palabra encarnada, el enviado del Padre para enseñar a los hombres las verdades que dan la vida. Tú eres la verdad, la luz del mundo, el único Maestro; sólo tú tienes palabras de vida eterna. Te damos gracias por haber encendido en nosotros la luz de la razón y de la fe, y habernos llamado a la luz de la gloria.
Nos adherimos con toda nuestra mente a ti y a la Iglesia; creemos y aceptamos cuanto por su medio nos enseñas. Muéstranos los tesoros de tu sabiduría, danos a conocer al Padre, haznos auténticos discípulos tuyos. Aumenta nuestra fe, para que lleguemos a contemplarte eternamente en el cielo.
Jesús Maestro, camino, verdad y vida, ten piedad de nosotros.
II
Jesús, divino Maestro, te adoramos como al amado del Padre, único camino para llegar a él. Te damos gracias porque te has hecho nuestro modelo; nos has dado ejemplo de santidad e invitado a todos a seguir tu mismo camino. Te contemplamos en los diversos momentos de tu vida terrena; dócilmente nos ponemos a tu escuela, abrazamos todas tus enseñanzas y rechazamos toda actitud que no sea conforme a la tuya. Atráenos a ti, para que busquemos únicamente tu voluntad, siguiendo tus huellas y renunciando a nosotros mismos. Acrecienta en nosotros la esperanza activa y el deseo de asemejamos a ti, para que al final de la vida podamos poseerte por toda la eternidad.
Jesús Maestro, camino, verdad y vida, ten piedad de nosotros.
III
Jesús, divino Maestro, te adoramos como unigénito de Dios, venido al mundo para dar a los hombres la vida en toda su plenitud. Te damos gracias porque, muriendo en la cruz, nos has merecido la vida, que nos comunicas en el bautismo, y alimentas en la eucaristía y los demás sacramentos. Vive en nosotros, Jesús, por la fuerza del Espíritu Santo, para que te amemos con toda la mente, con todas las fuerzas y todo el corazón, y amemos al prójimo como a nosotros mismos. Aumenta en nosotros el amor para que un día, resucitados a la vida gloriosa, participemos contigo en el gozo de tu reino.
Jesús Maestro, camino, verdad y vida, ten piedad de nosotros.
IV
Jesús, divino Maestro, te adoramos presente en la Iglesia, tu cuerpo místico y sacramento universal de salvación. Te damos gracias por habernos dado esta madre infalible e indefectible, en la que tú sigues siendo para los hombres camino, verdad y vida.
Te pedimos que los no creyentes se acerquen a su luz inextinguible; que vuelvan los que se han apartado de ella, y todos nos unamos en la fe, en la esperanza y en el amor. Fortalece a la Iglesia, asiste al Papa, santifica a los sacerdotes y a cuantos se han consagrado a ti. Jesús Maestro, hacemos nuestro tu anhelo: que haya un solo rebaño y un solo pastor, para que todos nos reunamos en tu reino glorioso.
Jesús Maestro, camino, verdad y vida, ten piedad de nosotros.
V
Jesús, divino Maestro, te adoramos con los ángeles que cantaron el motivo de tu encarnación: «Gloria a Dios y paz a los hombres». Te damos gracias por habernos llamado a compartir tu misión. Enciende en nosotros la llama de tu mismo amor al Padre y a los hombres. Llena de ti todas nuestras facultades; vive en nosotros para que te demos a conocer a través del apostolado de la oración y del sufrimiento, de los medios de comunicación y de la palabra, del ejemplo y de las obras. Envía buenos obreros a tu mies; ilumina a los predicadores, maestros y escritores; infunde en ellos el Espíritu Santo; dispon las mentes y los corazones para que lo acojan.
Ven, Maestro y Señor, enseña y reina por medio de María, nuestra madre, maestra y reina.
Jesús Maestro, camino, verdad y vida, ten piedad de nosotros.

sábado, 27 de octubre de 2018

miércoles, 3 de octubre de 2018

ORACIÓN SAN FRANCISCO DE BORJA


..

Admirable San Francisco de Borja, grande en la tierra, pero mucho mayor en el cielo por tus admirables virtudes, ejemplo de príncipes y señores, guía de sacerdotes, modelo de religiosos y prelados, celosísimo del bien de las almas; que has merecido del Señor gracia especial para librar de las enfermedades a tus devotos, conservarles el honor, y hacer que recobren la buena fama; para apaciguar discordias, aplacar terremotos, y librar de sus estragos a tantos pueblos, que os invocan por protector y patrono; alcánzame del Señor buen uso de las riquezas, paciencia en las adversidades, desprecio de las pompas y vanidades del mundo, la salud y el bienestar del cuerpo que convenga para mi salvación, y sobre todo imitación perfecta de tus virtudes, para gozar contigo de la presencia de Dios en el cielo por los siglos sin fin. Amén

jueves, 16 de agosto de 2018

SERVILIA, DETRÁS DE CÉSAR


Mientras los libros de la historia romana están prácticamente copados por las grandes figuras masculinas, grandes generales, excéntricos emperadores, tiranos benevolentes y políticos corruptos o dignos según los gustos del ensayista, las femeninas siempre han sido las secundarias necesarias para rellenar los vacíos o para complementar la gran biografía del marido, padre o hijo ilustre, haciendo especial hincapié en su moralidad, en su compromiso con la historia o en su papel de emérita romana, es decir no se le valora por sus acciones sino por sus características sociales, por las que suman o restan valor a aquél varón que la acompaña, incluso cuando intentamos hacer una valoración más pormenorizada de sus vidas nos topamos con la triste realidad que sus biografías se reducen a un árbol genealógico y un apellido ilustre que poco o nada tiene que ver con su carácter y que se complica aun más cuando las fuentes que las reseñan lo hacen con la percepción de que éstas sólo deben ser mostradas con la dignidad que sus hombres merecen.
Son mujeres traicionadas por la historia y tremendamente ignoradas incluso cuando son parte activa de los grandes cambios políticos y sociales de Occidente. Ahora que la mujer sigue luchando por copar el lugar que merece y por la importancia que representa pretendo hablaros de una de las féminas más importantes de la historia de finales de la República y a la que los historiadores pasan de puntillas por tener tan paupérrimas referencias, dificultando sobremanera su influencia en lo que posiblemente fue el punto de inflexión política más estudiado de todos los tiempos.
No os podéis imaginar la de veces que he rehecho este artículo pues la dificultad no reside en escribirlo sino en ser lo más fiel posible a la historia sin clásicos a los que aferrarme ni a datos arqueológicos que pudiesen avalar mis argumentos. Con toda la sinceridad, estimado lector, le aviso que a pesar que los datos que voy a dar son reales, la visión que tengo de mi protagonista se basa en la especulación más objetiva posible, en un cúmulo de sensaciones y en pensamientos contrapuestos analizados una y otra vez que como siempre están sujetos a sus críticas.
Antecedentes
Estaremos todos de acuerdo que de finales de la República sabemos prácticamente todo, desde la gran Conspiración de Catilina de la mano de propio Cicerón, la enorme fortuna de Craso y su habilidad para incendiar edificios para especular, o incluso la acomplejante e incipiente alopecia de César, no en vano de esta época se han podido recopilar obras escritas en primera persona por los mismos protagonistas, con una mezcla de autobombo, propaganda y realidad, muy útil para los propósitos políticos. Conocemos de primera mano cómo vivían, como sentían incluso me atrevería a decir que podemos detectar los olores más putrefactos de una sociedad corrupta y un senado abandonado a los placeres del dinero y del deseo desenfrenado de poder.
Como no podía ser de otra forma, César centra todos los estudios desde todas las perspectivas posibles, desde el tirano con ansias de regente hasta el salvador de Roma tras ser empujado a una necesaria guerra civil que pusiera al descubierto la debilidad de su república y pusiera de manifiesto la necesidad de reforma bajo el mando único y sin los impedimentos del inmovilismo senatorial, es decir el segmento va de los opuestos más absolutos, sin casi gama de grises, o blanco o negro. Pero la extensa y prolífica vida de nuestro general favorito, estuvo en gran parte supeditada a las protagonistas femeninas de su vida. Su primera mujer, Cornelia, fue el motivo principal por el que César se enfrentó, al entonces dictador Sila, al no sucumbir al deseo de éste último que le obligaba a repudiarla si no quería ser considerado enemigo de Roma. De Cornelia sabemos muy poco, sólo que fue la madre de su única hija Julia, a la que amaba profundamente y que resultó tener un fatídico final, poco más, es decir Cornelia aparece en la historia primigenia de César como una aparente buena mujer romana a la que César correspondió con su apoyo.
De su segunda esposa Pompeya, sabemos que era díscola y alocada, indigna de su marido, capaz de ultrajar no sólo el buen nombre de César sino el de las costumbres sagradas romanas, pues en un acto de rebeldía casi pueril, Pompeya en la celebración de Bona Dea (celebración mistérica estrictamente femenina) dejó entrar a su cómplice, Clodio, disfrazado de mujer. Este fue el detonante para que nuestro César formulara la famosa frase “La mujer de César no sólo ha de serlo, ha de parecerlo” y por qué no decirlo encontrara una excusa perfecta para divorciarse de ella con el beneplácito de toda la sociedad romana. Eso sí, cree el lector que Clodio fue tratado con tal dureza?, pues valga la pena decir que no sólo no fue reprendido de forma igualitaria sino que el propio Julio César le ofreció su apoyo para convertirse en Tribuno de la Plebe y con ello ganarse un aliado.
Tras Pompeya tenemos a la piadosa Calpurnia, mujer ejemplar y discreta y por qué no decirlo tremendamente paciente, la perfecta acompañante, ni un reproche público, ni un gesto de desaprobación  que pudiera hacer peligrar su estatus, ella es la esposa que aguantó el desliz más sonado entre César y la reina Cleopatra, la que tuvo que morderse la lengua cuando ésta llegó a Roma entre la pompa faraónica y un sensual estilismo que impresionaba a propios y extraños y la que debió de tragarse la bilis cuando César anunciaba el nacimiento de Cesarión.
Calpurnia era estimada en Roma, su imagen de dómina patricia de exquisito postureo y que complementa las hazañas de César le valió el cariño de los suyos, incluso ante el pavoneo de una regente como Cleopatra, que aunque despertara una gran curiosidad y que seguramente su legión de acompañantes exóticos dejara boquiabierto a más de uno, no hacía más que despertar el rechazo más absoluto de una sociedad tremendamente costumbrista y poco amiga de realezas y poderes absolutos. Es Calpurnia quién en los idus de Marzo, despierta sudorosa y consternada por su premonitorio sueño en la que su marido caía muerto en el Senado de Roma, es ella quien entre sollozos implora que se quede en casa, es ella quien tras su asesinato a los pies de la estatua de Pompeyo figura resignada pero elegantemente entera en los fastuosos funerales de su esposo. Casi puedo verla, casi puedo imaginar su pálida tez entre un llanto comedido y una entereza digna del estatus que ocupa.
Bien y llegados aquí, veréis que he hablado de las mujeres de César pero hay una de la que no he hecho referencia alguna a pesar de que ella estuvo en su vida casi desde su primer matrimonio hasta el último: Servilia, la eterna amante de César,
Qué sabemos de ella?
Algunos pensarán que Servilia engrosó la densa agenda de amantes de César casi de manera igualitaria que las demás, pero nada más lejos de la realidad, conocer a Servilia es entender la vida y destino de su amante. 

Servilia pertenecía a una de las familias más importantes de la élite romana, esas que se remontan a épocas épicas y hazañas de libros. Servilia, era hija de Quinto Servilio Cepión y de Livia Drusa, ambos cónyuges tuvieron tres hijos, dos niñas con el mismo nombre y un varón, que como marca la costumbre adoptó el mismo nombre que su padre, pero las relaciones de ambos se vieron frustradas por las desavenencias de Quinto con su suegro que acabó con un sonado divorcio y que obligó a los hijos a vivir bajo la custodia del hermano de Livia, Marco Livio Druso. Quinto era un militar sin grandes hazañas y sin demasiadas aptitudes, así que durante las guerras Marsas cayó en una emboscada y murió decapitado y con las legiones masacradas. Mientras su exmujer Livia Drusa, volvía a casarse con uno de los políticos más eméritos, Marco Porcio Catón, con el que tuvo un varón con el mismo nombre y una niña. A la muerte de sus padres, ambos niños nacidos de la segunda relación pasaron también a formar parte de la casa del tío, es decir Servilia era hermanastra de Marco Porcio Catón el joven, o lo que es lo mismo, el mayor enemigo de César. Estos datos serán importantes para entender la importancia de Servilia.
El tío de los niños era un político de gran habilidad y con un gran sentido de Estado, es previsible que insuflara una dosis enorme de historia republicana a los pequeños pero sobre todo a sus sobrinos varones que debían iniciar el curso político con las lecciones bien aprendidas y con la responsabilidad de representar aquello que les venía otorgado por los lazos consanguineos.
Mientras, nuestra Servilia hizo lo que se esperaba de ella y con escasos 13 o 14 años unió su apellido a una de las familias más ilustres de Roma, desposándose con Marco Junio Bruto. Los Bruto portaban el distinguido sello de ser los que acabaron con el último y más atroz de sus reyes, Tarquinio, exiliándolo para siempre e instaurando el sistema político republicano, una mezcla de orgullo patrio y épica maquillada que sin embargo ensalzaba la defensa a ultranza del Senado como ente representativo de toda la sociedad. Pero ese estigma era un arma de doble filo, pues las generaciones siguientes debían procurar que el apellido siempre perpetuara ese buen hacer republicano. Servilia tardó un año en dar a luz un varón que adoptaría el mismo nombre que su padre, lo que él desconocía es que efectivamente su apellido pasaría a ser uno de los más conocidos de la historia, aunque no con el mismo propósito por el que fuera concebido.
Quiso el infortunio que el padre de la criatura muriera repentinamente, y como no era corriente que una mujer joven quedara viuda para siempre, Servilia volvió a desposarse con Décimo Julio Silano, cónsul romano con el que tuvo tres hijos y que adoptó a Bruto bajo su tutela.
Estimado lector, queda pues constatado que la vida de Servilia quedó supeditada a los designios políticos, su piel exudó república y formó parte de los entresijos de la vida del Senado, era la anfitriona de ilustres hombres de Estado, era la oyente de las conversaciones políticas más convulsas de su época y testigo de conspiraciones y alianzas de alcoba.
Es previsible que fuera durante esta época y no mucho antes cuando su relación con César se consolidara, a pesar que se ha apuntado infinidad de veces que César era presumiblemente el padre de Bruto, no hay ningún dato que lo avale, lo prematuro de su primer matrimonio y contando que ambos, Servilia y César habían nacido por el mismo año, deja entrever la dificultad de esa posibilidad, lo que no quiere decir que César no fuera una influencia activa para Bruto.
Servilia y César eran los perfectos amantes, es más que posible que se conocieran en uno de esos banquetes organizados por interés con los hombres de poder más relevantes y que sintetizaban la hipocresía de una sociedad enfermiza, pues sucumbir a los placeres sexuales con la mujer de los rivales podía ser una arma poderosa y ser utilizada con los fines más inverosímiles.
La relación se prolongó por más de 20 años, eso como mínimo y a pesar de las grandes ausencias por las numerosas campañas bélicas o por sus obligaciones políticas, la pareja jamás dejó de visitarse, jamás...
La relación se hizo pública en la convulsa época en la que se descubrió la Conjura de Catilina y en la que un Senado irritado dirigía el destino de Roma, quiénes eran algunos de los que ocupaban los asientos entonces de la Curia romana? El grandilocuente Cicerón, el hermanastro de Servilia; Catón el Jóven, el marido de nuestra protagonista, y nuestro bien amado Julio César. Durante aquellos días la curia romana era un hervidero de discusiones para discernir quiénes estaban tras el intento de Golpe de Estado encabezado por Catilina así que muchos senadores aprovecharon el escenario para dar rienda suelta a sus envidias y odios viscerales para acusar a sus oponentes. En una de estas sesiones, César recibió una carta que abrió con ”discreción moderada”, Catón visiblemente alterado señaló a César y con voz grave le instó a leer en alto la misiva recibida ante la posibilidad que pudiera tratarse de instrucciones del enemigo desde el campamento de Catilina en las afueras de la ciudad, César, con una media sonrisa en sus labios comienza a leer en alto la carta tratándose de una carta de amor de Servilia entre las sonoras carcajadas de sus aliados y el estupor y vergüenza de los demás, imaginaros la cara del esposo de Servilia y su hermanastro ante tal deshonra. Si ambos amantes lo hicieron expresamente es un enigma, lo que está claro es que es una jugada maestra y delirante, un jaque mate en un tablero de ajedrez bien ideado.
La deshonra pública acabó en divorcio, pero Servilia, por fin libre, continuaría su relación con César y éste a cambio le obsequiaría con los regalos más lujosos y costosos a los que se podía aspirar. 

Servilia era muy consciente que ella no era la única amante de César pero jamás mostró ningún conato de celos, los compromisos romanos se establecían por intereses políticos o económicos, teniendo claro el lugar que cada una ocupa y el respeto que cada fémina merece en ese espacio privado y personal, siempre supeditado a un respeto público y consensuado, es esta la razón por la que nos choca entender como no hay demasiadas referencias a escenarios de ira irrefrenable entre el triángulo amoroso, como mínimo, de Calpurnia, Cleopatra y Servilia. 
Esta última fue el deseo más longevo de César, la mujer a la que visitaba con frecuencia cuando volvía a Roma tras sus gestas militares o cuando era requerido por sus obligaciones políticas, por la que sentía una atracción controlada en sociedad y desatada en la intimidad de su alcoba, Servilia ya no era la joven de piel tersa y muslos prietos, pero con sus más de 40 primaveras seguía siendo la preferida y ella correspondiéndole siempre en sus deseos más primarios, fue capaz de ofrecerle como amante a su propia hija Tertia, algo que nos parece reprobable pero que sin duda para sus intereses era altamente efectivo.
Hemos dejado a Bruto atrás, es más que evidente que el tierno niño ahora convertido en político vio a César con los ojos de un referente paterno y quién sabe si también como un asaltacamas, el caso es que al menos César siempre mostró un gran afecto sobre él y se constató que ambos fueron aliados políticos necesarios, pero los convulsos momentos políticos iniciaron un camino de no retorno en el que los sentimientos de Bruto chocaron diametralmente, las argucias senatoriales para obligar a César a volver a Roma sin las legiones y ser juzgado y condenado como enemigo, obligó al general a iniciar la Guerra Civil con Pompeyo y también por ende, contra el Senado. La victoria de César y su ascenso como dictador perpetuo desató la ira de senadores que vieron en él más a un regente que a un administrador y entre la tenue luz de las lucernas de las domus romanas se empezó a gestar un golpe de estado.
A pesar de la victoria de César y de un magnífico ordenamiento administrativo, incluso con la falsa benevolencia de no castigar a sus opositores, César facilitó propiedades confiscadas a precios de subasta para Servilia. La comidilla romana, especialmente la de Cicerón era que César había vendido por valor de un “Tertio” refiriéndose al paralelismo con el nombre de la hija de Servilia, terrenos a precios de coste. Por tanto, ésta continuaba beneficiándose de esa relación personal con su amante, y esto obliga a formularse varias preguntas: Si Bruto fue tan profundamente republicano por qué no obligó a su madre y hermana a romper sus escarceos con César? Por qué mantuvo la relación intacta con su madre? Pudiera ser acaso Servilia conspiradora o instigadora del fin de la dictadura de su amante? Quizás en la penumbra de su lecho César había facilitado información valiosa y personal tras décadas de relación, quizás había mostrado aspiraciones que justificaran una acción conjunta de los opositores del dictador, es pues posible que Servilia fuera conocedora de los hechos que marcarían los idus de Marzo?
Una cosa está clara, Servilia no alertó, al menos que se sepa, de los extraños movimientos de los aliados de su hijo, quizás no lo supiera pero una mujer de tal experiencia política y con un bagaje personal tan extenso, acostumbrada a escuchar día tras día los entresijos de una república moribunda, debía sospechar que tras  las furtivas reuniones algo se estaba gestando en la Curia romana. 
Tras el asesinato de César en manos de su propio hijo y de su yerno Casio, la sempiterna amante no huyó, permaneció en Roma aceptando, con la resignación que sólo una mujer de su estatus podía, la muerte de gran parte de los varones de su familia, la de su estirpe, la de sus antepasados, asimilando que su apellido y el de sus hijos estaría intrínsecamente unido al fin del Senado, que los ancestros de su hijo que una vez acabaron con el último rey de Roma, se revolverían en el Averno al contemplar como a través de ellos se daba fin a la República.
Servilia perdió al amor de su vida en manos de su hijo, de su yerno y del sistema político que arrasó toda su existencia. Ni Octavio ni Marco Antonio, herederos políticos de César, acusaron a Servilia de conspiración, no fue juzgada, ni se emplazó a una condena pública, se fue en silencio, sin venganza, con el dolor de haber perdido todo cuanto estimaba. Este hecho posiblemente confirma que César la amó por encima de todas las demás, y quizás y solo quizás, respetada por ese sentimiento de afecto conocido por todos, fue condonada con la pena de soportar la vergüenza y el dolor de la perdida. Servilia murió pocos años después, en la villa que un amigo le había cedido tras la tragedia, quién sabe si con la seguridad de haber hecho lo correcto por el bien de la República o con la culpa de haber ignorado la conspiración.
Toda la vida de Servilia denota un patrón de conducta fascinante, de principio a fin, algo que no pasó desapercibido para el Primer Hombre de Roma, él eligió a Servilia de entre todas, permitidme pues que fantasee...Esta mujer criada entre leyes y decretos mamó política de sus padres, tíos, hijos, maridos, hermanos y amantes, podría ser acaso ajena a las facciones opositoras que se reunían en  la calidez de su morada o en los fastuosos banquetes de sus villas? Una mujer con su experiencia y su conocimiento político debía ser parte activa o disuasoria de las decisiones, de los consejos, jamás una mera observadora solícita y sometida. La templanza de sus pasiones, la aceptación de su posición social, la conciencia de la historia ancestral que representa en su apellido no puede relegarla a una mera “amante”, fue parte activa de la educación de su primogénito basada en el respeto de los valores republicanos, fue posiblemente de forma consciente o no, a través de sus actos o de sus palabras la artífice del mayor cambio político de Roma desde la caída de la regencia, desde el totalitarismo del mando único.
Servilia, la más amada entre todas, superando incluso la fastuosidad y encanto de la reina egipcia, fue la compañera del hombre más importante de su tiempo, sería justo, por tanto, otorgarle el valor que las mujeres de su tiempo precisan, darle el espacio de relevancia histórica que merece, otorgarle el papel que el patriarcado histórico ha querido borrar. Nunca sabremos si Servilia fue parte activa del asesinato de su amante pero nadie puede negarle que de una forma u otra fue la mujer que acabó con la República. 
Bibliografía:

-            Cayo Suetonio Tranquilo : Vida de los doce Césares Ed. Gredos
-       Dion Casio: Historia Romana Ed. Gredos
-       Plutarco: Vidas Paralelas Tomo VIII “Catón el Menor”  Ed.Gredos
-       Apiano: De Bellis Civilibus Ed. Gredos
-       Vicente Díez Canseco: Diccionario Bibliográfico universal de Mujeres Célebres  Ed.     
         Palacios, 1844

Novela:

-       Colleen McCullough: Las mujeres de César
Escrito por Mireia Gallego Verdejo


a
 

miércoles, 8 de agosto de 2018

SEÑOR, HAZ DE MI UN INSTRUMENTO DE TU PAZ

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.


(Autoría atribuída a San Francisco de Asís)

viernes, 27 de julio de 2018

LA ORACIÓN SEGÚN JAIRO DEL AGUA


La práctica religiosa esencial es la oración. Para eso son las capillas, iglesias y catedrales. Para eso hay curas al frente de ellas. Curas devenidos en meros "tiralevitas" y "repartidores de ritos y rogativas" como principal actividad, con poco sueldo y enorme sacrificio. ¿Será por eso que escasean?
Inexplicablemente, en vez de enseñarnos a orar y caminar a la luz del verdadero rostro de Dios, nos confunden y pretenden alimentar nuestra natural religiosidad con ritos y rutinas equívocos.

Convierten la oración en soga de campana y a nosotros en meros papagayos que todo lo fían a un "dios pasivo y falso" al que hay que sacar de su sordera y conseguir que se movilice. ¡Menos mal que queda a salvo nuestra buena intención y nuestra maltratada espiritualidad latente!
No es verdadero el "dios pasivo y juez" al que hay que mover constantemente con nuestras oraciones, sacrificios y súplicas de perdón.
El Abba de Jesús es una "Madre activa" que todo lo ha creado, todo lo mantiene, todo lo cuida y todo lo inunda. De ninguna manera necesita que le recordemos "sus deberes" y la empujemos a "actuar".
El Abba nos ama gratuitamente y actúa continuamente, aunque nos ha entregado la administración de este mundo por respeto a nuestra libertad. Sin ella seríamos como hormigas o lagartos que nacen, se aparean, se reproducen y mueren, sin consciencia ni decisión alguna.
¡Somos nosotros los que tenemos que movernos y administrar nuestras vidas de forma autónoma y libre! Dios no vendrá a removernos el cocido aunque nos haya regalado todos los condimentos. Y ahí entra la oración para ayudarnos a encontrar LUZ y ENERGÍA para acertar en ese "camino de maduración autónomo" que es la vida humana.
¿Y qué estamos haciendo? Pues nos tienen "atrapados" en un pasivo "Cristianismo judaizante", cuya actividad religiosa se reduce, casi exclusivamente, a pedir a Dios que nos perdone, se mueva, nos mire, nos escuche, se acuerde de nosotros y de nuestros muertos, para que todos nuestros problemas se resuelvan por su mano milagrosa. ¡Un verdadero disparate!

¿Dónde queda nuestra libertad, nuestra autonomía, nuestra responsabilidad, nuestra actuación, nuestra capacidad de decidir y resolver? ¡Que lo solucione todo Él que para eso nos ha creado! Oración para enterrar talentos. Ni nos preguntamos por ellos.
Voy a volver a meditar sobre este importantísimo tema durante unas semanas para ayudar a la gente sencilla. Los mandamás están desahuciados para mí: "Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis reo del infierno dos veces más que vosotros" (Mt 23,15).
Han perdido totalmente la brújula de los "signos de los tiempos" (Lc 12,56), es decir, del "progreso de la sabiduría y del tiempo" en que se mueve nuestra autónoma existencia humana. Sus consignas se reducen a repetir y repetir. Lo llaman tradición y la embalsaman, demostrando así que es un cadáver.

Sin embargo, el Evangelio es un grito indescriptible que nos llama a permanente "renovación, conversión y progreso", tanto personal como grupal.
Allá voy de nuevo. Serán unos minutos muy útiles para "pensar con sentido común". ¿A quién oramos? ¿Oramos al Abba de Jesús, o al iracundo e influenciable Zeus, o al implacable jefe Yahvé? ¡La religiosidad y buena intención no bastan, no bastan!
La Verdad absoluta está vedada al ser humano, somos incapaces de alcanzarla. Lo que sí podemos hacer es reconocer y retirar los errores para aproximarnos a ella. Eso es lo que intentaré en esta larga meditación.
Un amigo mío me confesaba: De niño aprendí que "orar es levantar el corazón a Dios para pedirle mercedes". De mayor he comprendido que "orar es fabricar `mercedes´ para avanzar en la vida ofreciéndosela a Dios". Tras el chiste, hay mucha teología de la buena.
En nuestro subconsciente y en nuestra imaginería late la idea de que Dios está en las alturas y hay que alcanzarle con esforzadas oraciones para que nos haga llegar su favor desde allá arriba. Estoy convencido de todo lo contrario: Dios es la cercana luz que quiere traspasar nuestras oscuras barreras y atraernos a sus brazos.
Somos nosotros los que tenemos que dejarnos alcanzar y no a la inversa. Es Él quien llama "con gemidos inenarrables" (Rom 8,26) a su desorientada y amadísima criatura: “Estoy a la puerta llamando: si me oís y me abrís, entraré en vuestra casa y comeremos juntos” (Ap 3,20). Solo hay que abrir y dejarle pasar.
Habitualmente pretendemos que nuestra oración mueva a Dios y nos resuelva los problemas, mientras nosotros esperamos el favor o el milagro sin utilizar nuestros dones, sin saber siquiera que los tenemos. Con demasiada frecuencia acudimos a la oración de petición sin acertar a pasar de ahí o, lo que es mucho peor, sin percatarnos de que oramos a los ídolos. Citaré algunos, sólo como ejemplo:
- El dios de la manga, al que imaginamos en el Olimpo, distraído, absorto en sus cosas, incluso encolerizado por nuestros pecados. Y necesitamos llamar su atención, tirarle de la manga, para que se acuerde de nosotros y nos escuche: ¡Eh, que estamos aquí, auxílianos! O como decimos en las preces litúrgicas: "Te rogamos, óyenos". Pero los problemas no se resuelven e inconscientemente nos vamos convenciendo de que es sordo. Incluso hay quien habla del "silencio de dios", también es mudo.
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- El dios grifo, que nosotros abrimos a nuestro antojo con la oración y se cierra automáticamente cuando no nos acordamos de pedir. Sólo obtendremos el líquido deseado si apretamos el botón o giramos la llave. Si no responde a nuestra petición, pensamos que es un mal grifo, que está seco o que otros -más buenos- le han agotado.
- El dios negociador, al que ofrecemos algún sacrificio, alguna promesa, alguna vela, a cambio de la deseada concesión. Negociamos de mil maneras para conseguir aquello que deseamos. Negociamos incluso con nuestro dolor: Si me disciplino o uso cilicio o camino de rodillas, seguro que le conmuevo.
No nos damos cuenta de que ésos son dioses falsos, ídolos, que ni ven, ni oyen, ni entienden. El Dios verdadero sólo quiere nuestro bien y nuestra felicidad sin precio alguno, totalmente gratis. Basta con que lo busquemos por el camino correcto y nos dejemos inundar porque “mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11,30).
¡Yo creo en Ti, mi Dios Torrente, que te derramas sobre tus criaturas sin dilación ni pausa, aunque no oren ni sepan rezar!
Hace poco leí en la portada de una revista católica algo que me estremeció: "Un milagro arrancado a Dios a base de oración". ¿A qué "dios de granito" ora esa gente? ¿Cómo es posible pensar que hay que alcanzar la mano de Dios con escoplo y martillo? Yo creí que estas cosas no podían siquiera pensarse en nuestra Iglesia, y mucho menos publicarse.
El Dios en quien yo creo declara abiertamente: “encuentro mis delicias con los hijos de los hombres” (Pro 8,31). Nos creó con todos los recursos, nos ha dado preciosos dones, que debemos descubrir y explotar.
Somos nosotros los que hemos de movernos, conocernos, hacer fructificar nuestros talentos, los que Él nos regaló cuando nos pensó desde la eternidad.
Nuestro Dios no nos da peces cuando los pedimos en la iglesia, sino que nos proporciona la mejor caña (nuestros dones personales), nos muestra sus mares y nos enseña a pescar (con su vida, su palabra y sus luces puntuales).
Decía Martin Luther King: "Dios, que nos ha dado la inteligencia para pensar y el cuerpo para trabajar, traicionaría su propio propósito si nos permitiese obtener por la plegaria, lo que podemos ganar con el trabajo y la inteligencia".

Y en Mateo se lee:
"No todo el que dice: ¡Señor! ¡Señor!, entrará en el reino de Dios, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial... El que escucha mis palabras y las pone en práctica se parece a un hombre sensato que ha construido su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se echaron sobre ella; pero la casa no se cayó, porque estaba cimentada sobre la roca. Y todo el que escucha mis palabras y no las pone en práctica se parece a un hombre insensato que ha construido su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se precipitaron sobre ella, la casa se cayó y se arruinó totalmente" (Mt 7,21).
Son por tanto las obras, las actitudes, la “decidida decisión de volver al Padre" lo que hará nuestra vida sólida como una roca y exitoso el camino de regreso. Nuestra apertura interior a su llamada, la andadura decidida y esforzada hacia sus brazos, es lo que conseguirá colmar nuestros anhelos. NO el palabreo rutinario e interesado.
Juan nos advierte:
"Todo lo que pidamos, Él nos lo concederá porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada" (1Jn 3,22). Es decir, el resultado está ligado a la aceptación de su maternal cuidado, de su amor gratuito, del respeto a las reglas de su creación (su viña). Lo mismo que la luz y el calor están asegurados para quien se expone al sol.
Mateo insiste:
"Al rezar, no os convirtáis en charlatanes como los paganos, que se imaginan que serán escuchados por su mucha palabrería. No hagáis como ellos, porque vuestro Padre conoce las necesidades que tenéis antes de que vosotros le pidáis" (Mt 6,7).

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