domingo, 25 de junio de 2017
domingo, 18 de junio de 2017
ORACIÓN A MARÍA
En momentos de oscuridad o de desesperación, el creyente puede
contar con la ayuda de su Madre, la Virgen María. Esta es la oración que
aconseja en estas situaciones el papa Francisco:
Santa María, llena de la Presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre,
y el Maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones.
Ya junto a tu Hijo intercediste por nuestras dificultades y,
con toda sencillez y paciencia,
nos diste ejemplo de como desenredar la madeja de nuestras vidas.
Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra,
pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor.
Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra,
Tú que con corazón materno desatas los nudos
que entorpecen nuestra vida,
te pedimos que recibas en tus manos
a… (diga su nombre completo)
y que me libres de las ataduras
y confusiones con que hostiga el que es nuestro enemigo.
Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo,
líbranos de todo mal, Señora Nuestra,
y desata los nudos que impiden nos unamos
a Dios, para que, libres de toda confusión y error,
lo hallemos en todas las cosas,
tengamos en El puestos nuestros corazones
y podamos servirle siempre en nuestros hermanos. Amén.
Santa María, llena de la Presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre,
y el Maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones.
Ya junto a tu Hijo intercediste por nuestras dificultades y,
con toda sencillez y paciencia,
nos diste ejemplo de como desenredar la madeja de nuestras vidas.
Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra,
pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor.
Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra,
Tú que con corazón materno desatas los nudos
que entorpecen nuestra vida,
te pedimos que recibas en tus manos
a… (diga su nombre completo)
y que me libres de las ataduras
y confusiones con que hostiga el que es nuestro enemigo.
Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo,
líbranos de todo mal, Señora Nuestra,
y desata los nudos que impiden nos unamos
a Dios, para que, libres de toda confusión y error,
lo hallemos en todas las cosas,
tengamos en El puestos nuestros corazones
y podamos servirle siempre en nuestros hermanos. Amén.
Etiquetas:
Religión
jueves, 15 de junio de 2017
LEER LA BIBLIA CON ORDEN
La Biblia no es un simple libro. Es una biblioteca de 73 libros. Son
muy diferentes unos de otros, tienen estilos muy distintos, fueron
escritos en épocas muy distantes y en situaciones muy diferentes.
Imagínate llegando a una biblioteca como esa y empezando a leer el primer libro que encuentras en el estante, pasando al segundo y así en adelante. ¡Esa lectura no puede funcionar! Hay personas que abren la Biblia desde el principio y empiezan a leer a partir del Génesis. En general, no pasan del quinto libro. Se desaniman y no vuelven más. Y, lo que es peor, acaban diciendo que es imposible, que no se consigue entender la Biblia. ¡Pero eso pasaría con cualquier biblioteca del mundo!
Es necesario un Plan de lectura. Al principio, hay muchas cosas que no se entienden, lo que es muy natural. También en la lectura de una novela pasa eso. ¡No te pares por eso, prosigue! A medida que se va leyendo, las cosas se van aclarando. Es una regla de oro: la Biblia se explica por si misma. Por eso, es tan importante un plan de lectura.
Existen varios planes de lectura. Todos ellos son buenos, porque se basan en un principio. Aquí presento un plan concreto. Está destinado a aquellos que desean empezar a leer la Biblia y no tienen otros recursos, que no sean conocer la Biblia a través de ella misma. Sigue el orden indicado aquí, forma parte del método.
Plan de lectura del Nuevo Testamento:
1 1ª Carta de San Juan (2 veces)
2 Evangelio de San Juan
3 Evangelio de San Marcos
4 Las pequeñas cartas de San Pablo: Galatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1ª y 2ª Tesalonicenses, 1ª y 2ª Timoteo, Tito, Filemón
5 Evangelio de San Lucas
6 Hechos de los Apóstoles
7 Carta a los Romanos
8 Evangelio de San Mateo
9 1ª y 2ª Carta a los Corintios
10 Hebreos
11 Carta de Santiago
12 1ª y 2ª Carta de San Pedro
13 2ª y 3ª Carta de San Juan
14 Carta de San Judas
15 Apocalipsis
16 1ª Carta de San Juan (3ª vez)
17 Evangelio de San Juan (2ª vez)
¿Por qué comenzar por la 1ª carta de San Juan?
La primera necesidad de un cristiano es tener la certeza de su salvación. Es saber que Dios le ama y le ha elegido. Gratuitamente, sin ningún merecimiento. Dios te puso en la lista de esos a los que quiere salvar. ¡Fue una elección gratuita! ¡Amorosa! ¡Sin merecimiento! Saber eso nos da la certeza de la salvación. Y todo cristiano la necesita.
De los 73 libros de la Biblia, sólo esa pequeña carta fue escrita con ese propósito: darnos la certeza de la salvación. En la conclusión de su carta, San Juan dice: “Les he escrito estas cosas, a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen la Vida eterna” (1 Jn 5, 13). Leyendo y releyendo, te vas convenciendo de esta feliz realidad: ¡Estas salvado! ¡Eres elegido!
Lecturas de los libros del Antiguo Testamento
“Que el libro de esta Ley nunca se aparte de ti: medítalo día y noche, para obrar fielmente en todo conforme a lo que está escrito en él. Así harás prosperar tus empresas y tendrás éxito” (Josué 1,8).
Una recomendación es comenzar la lectura por los tres libros sapienciales: Sabiduría, Eclesiástico y Proverbios. Son libros muy próximos al Nuevo Testamento y fuentes de ricas enseñanzas. Lee, al mismo tiempo, el libro de los Salmos. La puerta de entrada del Antiguo Testamento son los Salmos. Haz de ellos tu libro de cabecera.
En cualquier caso, lo que quiero acentuar aquí es que tienes que trabajar con los Salmos independientemente de algún orden específica. Siempre que te sientas impelido a ello, lee un Salmo. Haz tu diario sobre él, sin miedo a interrumpir el trabajo que estés haciendo en ese momento. El Salmo es como la fruta: la comemos a cualquier hora, sin importar las comidas. Y nunca hace mal. Siempre hace bien.
Aparte de ello, los libros del Antiguo Testamento deberían leerse en orden cronológico: desde los orígenes hasta la venida de Cristo.
Plan de lectura del Antiguo Testamento
1 Génesis 24 Esdras
2 Éxodo 25 Nehemías
3 Números 26 Ageo
4 Josué 27 Zacarías
5 Jueces 28 Isaías (56-66)
6 1° Samuel 29 Malaquías
7 2º Samuel 30 Joel
8 1º Reyes 31 Jonás
9 2º Reyes 32 Rut
10 Amós 33 Tobías
11 Oseas 34 Judit
12 Isaías (1-39) 35 Ester
13 Miqueas 36 Eclesiástico
14 Nahúm 37 Cantar de los Cantares
15 Sofonías 38 Job
16 Habacuc 39 Eclesiastés
17 Jeremías 40 1º Macabeos
18 Lamentaciones 41 2º Macabeos
19 Ezequiel 42 Baruc
20 Abdías 43 Daniel
21 Isaías (40-55) 44 Sabiduría
22 1º Crónicas 45 Levítico
23 2º Crónicas 46 Deuteronomio
Artículo extraído del libro ‘A Bíblia no meu dia-a-dia‘ de monseñor Jonas Abib.
Imagínate llegando a una biblioteca como esa y empezando a leer el primer libro que encuentras en el estante, pasando al segundo y así en adelante. ¡Esa lectura no puede funcionar! Hay personas que abren la Biblia desde el principio y empiezan a leer a partir del Génesis. En general, no pasan del quinto libro. Se desaniman y no vuelven más. Y, lo que es peor, acaban diciendo que es imposible, que no se consigue entender la Biblia. ¡Pero eso pasaría con cualquier biblioteca del mundo!
Es necesario un Plan de lectura. Al principio, hay muchas cosas que no se entienden, lo que es muy natural. También en la lectura de una novela pasa eso. ¡No te pares por eso, prosigue! A medida que se va leyendo, las cosas se van aclarando. Es una regla de oro: la Biblia se explica por si misma. Por eso, es tan importante un plan de lectura.
Existen varios planes de lectura. Todos ellos son buenos, porque se basan en un principio. Aquí presento un plan concreto. Está destinado a aquellos que desean empezar a leer la Biblia y no tienen otros recursos, que no sean conocer la Biblia a través de ella misma. Sigue el orden indicado aquí, forma parte del método.
Plan de lectura del Nuevo Testamento:
1 1ª Carta de San Juan (2 veces)
2 Evangelio de San Juan
3 Evangelio de San Marcos
4 Las pequeñas cartas de San Pablo: Galatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1ª y 2ª Tesalonicenses, 1ª y 2ª Timoteo, Tito, Filemón
5 Evangelio de San Lucas
6 Hechos de los Apóstoles
7 Carta a los Romanos
8 Evangelio de San Mateo
9 1ª y 2ª Carta a los Corintios
10 Hebreos
11 Carta de Santiago
12 1ª y 2ª Carta de San Pedro
13 2ª y 3ª Carta de San Juan
14 Carta de San Judas
15 Apocalipsis
16 1ª Carta de San Juan (3ª vez)
17 Evangelio de San Juan (2ª vez)
¿Por qué comenzar por la 1ª carta de San Juan?
La primera necesidad de un cristiano es tener la certeza de su salvación. Es saber que Dios le ama y le ha elegido. Gratuitamente, sin ningún merecimiento. Dios te puso en la lista de esos a los que quiere salvar. ¡Fue una elección gratuita! ¡Amorosa! ¡Sin merecimiento! Saber eso nos da la certeza de la salvación. Y todo cristiano la necesita.
De los 73 libros de la Biblia, sólo esa pequeña carta fue escrita con ese propósito: darnos la certeza de la salvación. En la conclusión de su carta, San Juan dice: “Les he escrito estas cosas, a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen la Vida eterna” (1 Jn 5, 13). Leyendo y releyendo, te vas convenciendo de esta feliz realidad: ¡Estas salvado! ¡Eres elegido!
Lecturas de los libros del Antiguo Testamento
“Que el libro de esta Ley nunca se aparte de ti: medítalo día y noche, para obrar fielmente en todo conforme a lo que está escrito en él. Así harás prosperar tus empresas y tendrás éxito” (Josué 1,8).
Una recomendación es comenzar la lectura por los tres libros sapienciales: Sabiduría, Eclesiástico y Proverbios. Son libros muy próximos al Nuevo Testamento y fuentes de ricas enseñanzas. Lee, al mismo tiempo, el libro de los Salmos. La puerta de entrada del Antiguo Testamento son los Salmos. Haz de ellos tu libro de cabecera.
En cualquier caso, lo que quiero acentuar aquí es que tienes que trabajar con los Salmos independientemente de algún orden específica. Siempre que te sientas impelido a ello, lee un Salmo. Haz tu diario sobre él, sin miedo a interrumpir el trabajo que estés haciendo en ese momento. El Salmo es como la fruta: la comemos a cualquier hora, sin importar las comidas. Y nunca hace mal. Siempre hace bien.
Aparte de ello, los libros del Antiguo Testamento deberían leerse en orden cronológico: desde los orígenes hasta la venida de Cristo.
Plan de lectura del Antiguo Testamento
1 Génesis 24 Esdras
2 Éxodo 25 Nehemías
3 Números 26 Ageo
4 Josué 27 Zacarías
5 Jueces 28 Isaías (56-66)
6 1° Samuel 29 Malaquías
7 2º Samuel 30 Joel
8 1º Reyes 31 Jonás
9 2º Reyes 32 Rut
10 Amós 33 Tobías
11 Oseas 34 Judit
12 Isaías (1-39) 35 Ester
13 Miqueas 36 Eclesiástico
14 Nahúm 37 Cantar de los Cantares
15 Sofonías 38 Job
16 Habacuc 39 Eclesiastés
17 Jeremías 40 1º Macabeos
18 Lamentaciones 41 2º Macabeos
19 Ezequiel 42 Baruc
20 Abdías 43 Daniel
21 Isaías (40-55) 44 Sabiduría
22 1º Crónicas 45 Levítico
23 2º Crónicas 46 Deuteronomio
Artículo extraído del libro ‘A Bíblia no meu dia-a-dia‘ de monseñor Jonas Abib.
Etiquetas:
Religión
domingo, 11 de junio de 2017
jueves, 8 de junio de 2017
domingo, 4 de junio de 2017
sábado, 27 de mayo de 2017
VENERA A DIOS CON AMOR Y NO CON TERROR
"Venera a Dios con amor y no con terror",
canta una multitud tratando de convencer al terrorista de que no se inmole. El
vídeo pretende promover la tolerancia y rechazar la violencia terrorista con
motivo del Ramadán.
"Habéis llenado los cementerios con nuestros
niños y vaciado las clases de nuestra escuela", le increpa un niño en el
autobús al terrorista.
"Venera a Dios con amor y no con terror",
canta una multitud siguiendo al kamikaze para tratar de convencerle de que no
se inmole en un vídeo que pretende promover la tolerancia y rechazar la
violencia terrorista con motivo del Ramadán. En el vídeo aparece el cantante
árabe de pop Hussain Al Jassmi y algunas de las víctimas de los atentados
terroristas reivindicados por Al-Qaeda o el Estado Islámico.
Loado sea Dios, loado sea Allah.
Allah mahabba
Allah mahabba
viernes, 28 de abril de 2017
MÁXIMA DE RAFAEL ARNAIZ
¡Qué grande es Dios!
¡Qué bien ordena los acontecimientos siempre para su gloria!
¡Sólo Dios llena el alma..., y la llena toda!
La verdadera felicidad se encuentra en Dios y solamente en Dios.
El que no tiene a Dios necesita consuelo; pero el que ama a Dios, ¿qué más consuelo?
¡Cómo se inunda mi alma de caridad verdadera hacia el hombre, hacia el hermano débil, enfermo...! Si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo.
Al amar a Jesús, forzosamente se ama lo que El ama.
La única verdad es... Cristo.
He hecho el voto de amar siempre a Jesús. Virgen Maria, ayúdame a cumplir mi voto.
Para Jesús todo, y todo, para siempre, para siempre.
No le bastó a Dios entregarnos a su Hijo en una Cruz, sino además nos dejó a Maria.
Honrando a la Virgen, amaremos más a Jesús; poniéndonos bajo su manto, comprenderemos mejor la misericordia divina.
¡Qué grande es Dios, qué dulce es María!
¡Sólo Dios llena el alma..., y la llena toda!
La verdadera felicidad se encuentra en Dios y solamente en Dios.
El que no tiene a Dios necesita consuelo; pero el que ama a Dios, ¿qué más consuelo?
¡Cómo se inunda mi alma de caridad verdadera hacia el hombre, hacia el hermano débil, enfermo...! Si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo.
Al amar a Jesús, forzosamente se ama lo que El ama.
La única verdad es... Cristo.
He hecho el voto de amar siempre a Jesús. Virgen Maria, ayúdame a cumplir mi voto.
Para Jesús todo, y todo, para siempre, para siempre.
No le bastó a Dios entregarnos a su Hijo en una Cruz, sino además nos dejó a Maria.
Honrando a la Virgen, amaremos más a Jesús; poniéndonos bajo su manto, comprenderemos mejor la misericordia divina.
¡Qué grande es Dios, qué dulce es María!
sábado, 15 de abril de 2017
ESTRUCTURA DE LAS LEGIONES ROMANAS
LEGIONES DE ROMA, EVOLUCIÓN Y ESTRUCTURA
El ejercito romano podría ser
considerado como el mayor y más preparado cuerpo militar de la historia
antigua. Un máquina de guerra bien engrasada que hizo posible la
extensión de Roma a casi todos los confines conocidos de la antigüedad.
Como proclama Rómulo al descender de los cielos a Próculo Julio sobre el destino de Roma:
“Ve y anuncia a los romanos que es voluntad de los dioses que mi Roma sea la capital del orbe; que practiquen por consiguiente el arte militar; que sepan, y así lo transmitan a sus descendientes, que ningún poder humano puede resistir a las armas romanas” (1)
La legión romana (del latín legio, derivado de legere, recoger, juntar, seleccionar) era la unidad militar de infantería básica de la antigua Roma. Consistía en un cuerpo de infantería pesada inicialmente de unos 4200 hombres, según el historiador antiguo Polibio,
que más tarde alcanzaría entre los 5200 y 6000 soldados de infantería y
300 jinetes para completar un total de entre 6000 y 6300 efectivos,
según nos cuenta Tito Livio.
EVOLUCIÓN DE LA LEGIÓN
- LA ÉPOCA DE LOS REYES
Originalmente, en la época de los reyes, allá por el año 750 a. C. Rómulo,
primer rey de Roma, crea las primeras legiones al dividir a los
ciudadanos entre hombres fuertes y los no aptos para el combate. De
hecho, en esta época, la legio englobaba al
ejército romano en su totalidad compuesta de ciudadanos romanos
reclutados para las armas. Cada año se procedía al licenciamiento y a la
movilización ya que el ejército no fue permanente, pues las guerras
comenzaban en primavera y acababan normalmente en otoño; terminada la
campaña volvían a sus actividades cotidianas
Más tarde, en el 550 aC. Servio Tulio (578 a 534 AC) dio
entrada en el ejército a todos los propietarios, ya fuesen patricios o
plebeyos; solamente quedaban excluidos los que no podían costearse el
equipo militar, ya que en esta época el armamento lo aportaba el
soldado, no la ciudad, de ahí que los infantes se diferenciaran según su
fortuna. Reorganizó el ejército tomando como base el patrimonio
económico de cada ciudadano, según una división en 5 clases en función
de su situación económica.
En el campo de batalla formaba al estilo de la falange clásica de las polis griegas, una formación muy cerrada y compacta pero de escasa movilidad, en la que los soldados oponían un frente de picas al enemigo.
- LA REPÚBLICA
Poco cambió con el advenimiento de la República romana, en la que la legio se subdividió en dos legiones separadas, cada una bajo el mando de uno de los dos cónsules.
Los primeros años de la República se caracterizaron por las continuas
invasiones del territorio romano que realizaban los vecinos de la Urbs. La formación
de falange estaba totalmente adaptada para combatir en terreno llano,
por lo que mientras Roma no salió del Lacio no se cambiaron las
disposiciones tácticas de la Legión.
Fue durante las guerras samnitas (guerras
intermitentes entre el 343 y el 290 aC.) cuando las legiones se
organizaron de un modo más formal, ya que se vieron obligadas a luchar
en un terreno montañoso no apto para la falange. Debido a esto se pasó
del sistema de falange al sistema de manípulos y centurias, más flexible y apto para el terreno montañoso. Más tarde, tras la reforma de Cayo Mario, se adoptó el sistema de cohortes.
Las legiones, compuestas en exclusiva por
ciudadanos romanos, se veían apoyadas por las tropas de aliados
(vecinos latinos e itálicos) y auxiliares, los “auxilia”,
compuestas por soldados que no eran ciudadanos romanos. Estas tropas
auxiliares eran reclutadas entre mercenarios o entre pueblos cuya
habilidad bélica era bien conocida en el mundo antiguo, como los jinetes
númidas o los honderos baleares.
- LAS REFORMAS DE CAYO MARIO
Mario impulsó una
reforma militar en el 107 a.C. que marcó el inicio de la
profesionalización del ejército romano implantando medidas que afectarán
no solo a la organización del ejercito sino también a la sociedad
romana, ya que invita cualquier ciudadano romano, rico o pobre, a
participar en las campañas militares de Roma, en el que el Estado proporcionaba el equipamiento necesario
para poder combatir. Esta última medida es quizás la más importante ya
que el se estandariza el equipamiento para todos los legionarios, a la
par que, por tanto, todos deberían recibir el mismo entrenamiento. La
legio se convirtió en este momento en casi invencible para cualquier
otro pueblo.
A partir de este momento, el legionario es un soldado profesional,
que recibe una paga por su servicio y la promesa de mejoras económicas
una vez concluido. Los miembros del censo por cabezas que terminaban el
servicio recibían una pensión de su general y una finca en alguna zona
conquistada a la que podían retirarse.
Pero esto implicaba también un grave
riesgo para la estabilidad de la República, ya que a partir de este
momento los soldados con frecuencia depositaban su lealtad más en su
comandante que en su metrópoli. Más aún cuando determinados generales
armaban y financiaban legiones de su propio bolsillo (como hizo César en
la guerra de las Galias). De ahora en adelante, el ejército se convierte en un factor decisivo en la vida política romana,
puesto que cualquier personaje que cuente con el apoyo de las legiones
puede utilizarlas como herramienta para obtener el poder.
- IMPERIO
Augusto fue el último eslabón de una
larga cadena trazada por Mario, Sila, Pompeyo, César y Marco Antonio.
Así, la reforma constitucional con la que Octavio inició un nuevo
periodo de la historia de Roma, el Imperio, debía tener en cuenta al
ejército, al que era preciso institucionalizar y privarle de contenido
político, más allá del servicio al estado a través de su personificación
en la figura del emperador.
SÁBADO SANTO
Capítulo correspondiente al SÁBADO
SANTO de las Revelaciones particulares a la Beata Catalina Emmerick
sobre la PASIÓN de NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO:
Habría unos veinte hombres juntos en el Cenáculo; tenían vestiduras
largas, blancas, con cinturones, y celebraban el sábado. Se separaron
para acostarse, y muchos se fueron a sus casas. El sábado por la mañana
se juntaron otra vez. Rezando y leyendo alternativamente; de cuando en
cuando introducían a los que llegaban.
En la parte de la casa donde estaba la Virgen Santísima había una
gran sala con celdas separadas para los que querían pasar la noche.
Cuando las piadosas mujeres volvieron del sepulcro, una de ellas
encendió una lámpara colgada en medio de la sala, y se sentaron debajo
de ella alrededor de la Virgen; oraron con mucha tristeza y mucho
recogimiento. Pronto llegaron Marta, Maroni, Dina y Mará, que habían
venido de Betania con Lázaro; este se había ido con los discípulos al
Cenáculo. Les contaron con mucho llanto la muerte y la sepultura del
salvador; después, como era tarde, algunos hombres, y entre ellos José
de Arimatea, vinieron por las mujeres que querían volver a la ciudad.
Entonces fue cuando tomaron preso a José. Las mujeres que se quedaron
en el Cenáculo entraron en las celdas dispuestas alrededor de la sala
para tomar algún descanso. A media noche se levantaron y se reunieron
debajo de la lámpara, alrededor de la Virgen, para orar. Cuando la Madre
de Jesús y sus compañeras acabaron ese rezo nocturno, que veo continuar
en todos los tiempos por los fieles hijos de Dios y las almas santas
que una gracia particular excita, o que se conforman con las reglas
dadas por Dios y su Iglesia, Juan llamó a la puerta de la sala con
algunos discípulos, y en seguida recogieron sus capas y lo siguieron al
templo.
A las tres de la mañana, cuando fue sellado el sepulcro, vi a la
Virgen ir al templo, acompañada de las otras santas mujeres, de Juan y
de otros muchos discípulos. Muchos judíos tenían costumbre de ir al
templo antes de amanecer después de haber comido el cordero pascual; el
templo se abría a media noche porque los sacrificios comenzaban
temprano. Pero como la fiesta se había interrumpido, todo se quedó
abandonado, y me pareció que la Virgen Santísima venía sola a despedirse
del templo donde se había educado. Estaba abierto, según la costumbre
de ese día, y el espacio alrededor del Tabernáculo, reservado a los
sacerdotes, estaba franco al pueblo, según se acostumbraba ese día; mas
el templo estaba solo, y no había más que algunos guardias y algunos
criados; todo estaba en desorden por los acontecimientos de la víspera;
había sido profanado con las apariciones de los muertos, y yo me
preguntaba a mí misma: “¿Cómo podrá purificarse de nuevo?”
Los hijos de Simeón y los sobrinos de José de Arimatea, llenos de
tristeza por la prisión de su tío, condujeron por todas partes a la
Virgen y a sus compañeros, pues estaban de guardia en el templo: todos
contemplaron con terror las señales de la ira de Dios, y los que
acompañaban a la Virgen le contaron los acontecimientos de la víspera.
Todavía no habían reparado los estragos causados por el temblor de
tierra. La pared que separaba el santuario se había abierto tanto que se
podía pasar por la raja; la cortina del santuario, rasgada, colgaba de
los dos lados; por todas partes se veían paredes abiertas, piedras
hundidas, columnas inclinadas. La Virgen fue a todos los sitios que
Jesús había consagrado para Ella; se prosternó para besarlos, y los regó
con sus lágrimas: sus compañeras la imitaron.
Los judíos tenían una gran veneración a todos los lugares
santificados con alguna manifestación del poder divino; los besaban
prosternando el rostro contra el suelo. Yo no lo extrañaba, pues
sabiendo y creyendo que el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob era un
Dios vivo, que habitaba con su pueblo en el templo, era natural que lo
hicieran así. El templo y los lugares consagrados eran para ellos lo que
es el Santísimo Sacramento para los cristianos. La Virgen Santísima,
penetrada de ese respeto, condujo a sus compañeras a muchos sitios del
templo; les mostró el sitio de su presentación cuando era niña, el lugar
donde había sido educada, donde se había desposado con San José, donde
había presentado a Jesús, donde Simeón había profetizado; ese recuerdo
la hizo llorar amargamente, pues ya se había cumplido la profecía, y la
espada había traspasado su alma. Se paró también en el sitio donde había
hallado a Jesús niño enseñando en el templo, y besó respetuosamente el
pulpito. Habiendo honrado con sus recuerdos, con sus lágrimas y con sus
oraciones los sitios santificados por Jesús, se volvieron a Sión.
La Virgen se separó del templo llorando: la desolación y la soledad
en que estaba, en un día tan santo, atestiguaban los crímenes de su
pueblo; María se acordó que Jesús había llorado sobre el templo, y que
había dicho: “Destruid este templo, y Yo lo reedificaré en tres días”.
María pensó que los enemigos de Jesús habían destruido el templo de su
cuerpo, y deseó con ardor ver relucir el tercer día en que la palabra
eterna debía cumplirse.
María y sus compañeras habían llegado antes de amanecer al Cenáculo, y
se retiraron a la parte del edificio situado a la derecha. Juan y los
discípulos entraron en el Cenáculo, donde los hombres, cuyo número se
elevaba a veinte, rezaban alternativamente debajo de la lámpara. Los
recién venidos de cuando en cuando se instruían tímidamente y
conversaban llorando; todos mostraban a Juan un respeto mezclado de
confusión, porque había asistido a la muerte del Señor. Juan era
afectuoso para con todos, tenía la simplicidad de un niño en sus
relaciones con ellos. Los vi comer una vez: la mayor tranquilidad
reinaba en la casa, y las puertas estaban cerradas.
Vi a las santas mujeres juntas hasta la noche en la sala oscura,
alumbrada por la luz de una lámpara, pues las puertas estaban cerradas y
las ventanas tapiadas. Unas veces rezaban alrededor de la Virgen debajo
de la lámpara; otras se retiraban aparte, se cubrían la cabeza con un
velo de luto, y se sentaban sobre ceniza en señal de dolor, o rezaban
con la cara vuelta a la pared. Las más débiles tomaron algún alimento;
las otras ayunaron.
Mis ojos se volvieron muchas veces hacia ellas, y siempre las vi
rezando o mostrando su dolor del modo que he dicho. Cuando mi
pensamiento se unía al de la Virgen, que estaba siempre ocupada en su
Hijo, yo veía el sepulcro y los guardias sentados a la entrada; Casio
estaba arrimado a la puerta, sumergido en meditación. Las puertas del
sepulcro estaban cerradas, y la piedra por delante. Sin embargo, vi el
cuerpo del Señor rodeado de esplendor y de luz, y dos ángeles en
adoración. Pero en mi meditación, habiéndose dirigido sobre el alma del
Redentor, vi una pintura tan grande y tan complicada del descendimiento a
los infiernos, que sólo he podido acordarme de una pequeña parte: voy a
contarla como mejor pueda.
XLIII. Jesús baja a los infiernos
Cuando Jesús, dando un grito, exhaló su alma santísima, yo la vi,
como una forma luminosa, entrar en la tierra al pie de la cruz; muchos
ángeles, entre los cuales estaba Gabriel, la acompañaban.
Vi su
divinidad estar unida con su alma y también con su cuerpo suspendido en
la cruz: no puedo expresar cómo eso se efectuaba. El sitio donde entró
el alma de Jesús estaba dividido en tres partes: eran como tres mundos.
Parecióme observar que eran de forma redonda, y que cada uno de ellos
tenía su esfera separada.
Etiquetas:
Religión
lunes, 3 de abril de 2017
EXPLICANDO LOS DIEZ MANDAMIENTOS
Finalidad de este texto Para la comprensión de la
Moral Católica destacan como instrumentos privilegiados el Catecismo de la
Iglesia Católica y el Compendio del Catecismo. Son de agradecer también algunos
buenos manuales, más o menos extensos. Lo que pretende este breve trabajo es
hacer un modesto ejercicio de inteligencia de la moral católica. Juan Pablo II
insistía en la necesidad de pensar la fe.
Es importante que los católicos sepamos dar razón
de nuestra fe. En algunos países –pienso ahora en España- es paradójico
observar cómo junto a muchos millones de cristianos convive un ambiente de
laicismo que pretende excluir la influencia de la doctrina cristiana de la
esfera pública. El Concilio Vaticano II explicó con profundidad el derecho a la
libertad religiosa. El cristianismo es perfectamente compatible con la
democracia. Es conocida la famosa frase de Jesucristo “dar al César lo que es
del César y a Dios lo que es de Dios”. Son falsas y antidemocráticas las posiciones
que pretenden encerrar la fe cristiana en el ámbito del templo y de la propia
conciencia. La doctrina católica tiene pleno derecho de ciudadanía porque
supone el ejercicio privado y público del citado derecho a la libertad
religiosa.
Etiquetas:
Mandamientos,
Reflexión,
Religión
sábado, 18 de marzo de 2017
FRASES DE SÉNECA
Os dejo con 15 de sus mejores frases:
1) No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas.
2) La ira: un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte.
3) La amistad siempre es provechosa; el amor a veces hiere.
4) Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos.
5) La tristeza, aunque esté siempre justificada, muchas veces sólo es pereza. Nada necesita menos esfuerzo que estar triste.
6) No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba.
7) Igual virtud es moderarse en el gozo que moderarse en el dolor.
8) Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a hacer un ingrato.
9) No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea.
10) Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad.
11) Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella.12) El primer arte que deben aprender los que aspiran al poder es el de ser capaces de soportar el odio.
13) Los espíritus fuertes disfrutan de las adversidades como los soldados intrépidos triunfan en las guerras.
14) El colmo de la infelicidad es temer algo, cuando ya nada se espera.
15) Es rey quien nada teme, es rey quien nada desea; y todos podemos darnos ese reino.
QUIZÁS TE INTERESE “TOP 101 Pensamientos Positivos Más Compartidos (y sus autores)“
domingo, 12 de marzo de 2017
ENEMIGOS DE ROMA
Esta
semana toca un ranking, que tanto gustan en la blogosfera y que ayudan a
recapitular mejor la información. Para esta ocasión he escogido los 10
enemigos más significativos de Roma, tanto durante la República como en
su época imperial. No intento pontificar, y sé que me he dejado a alguno
importante, pero he pretendido escoger a los que marcaron más su
Historia. Así que espero vuestras opiniones, quién quitaríais y quién
pondríais.
Aníbal: el
Rayo de Cartago. Llevó la guerra a las puertas de la Ciudad Eterna y el
miedo al corazón de los romanos. Su momento de mayor triunfo fue la
batalla de Cannas (218 a.C.). Aunque luego dudó en lanzar el asalto final a Roma
por falta de recursos (una decisión que aún provoca río de tinta entre
los historiadores). Uno de sus lugartenientes, Marhabal, definió el
destino del cartaginés así: “Los dioses no han concedido al mismo hombre todos sus dones. Sabes vencer Aníbal, pero no sabes aprovecharte de la victoria”.
Atila: el
Azote de Dios. Otro enemigo que llego ad portas de Roma en su campaña
de 452-453 d.C. Tampoco llegó a tomarla, y retiró a su ejército tras una
reunión con el Papa León I. Dice la tradición que se retiró porque el
terrible caudillo huno era muy supersticioso y no quería enfrentarse a
un hombre con nombre de animal. Otras explicaciones de la retirada es
que su ejército ya estaba saciado de botín o el estallido de una
epidemia entre sus filas. Murió poco después y su imperio se disgregó en
luchas internas.
Pirro: el
Águila de Epiro; considerado uno de los grandes estrategas de la
Antigüedad junto a Alejandro Magno, Aníbal o César. Se opuso a Roma en
el siglo III a.C. cuando ésta intentó ocupar las ciudades de la Magna
Grecia. Pirro acudió y venció a las legiones en dos ocasiones (Heraclea y
Ausculum),
pero a un coste terrible entre sus soldados. Roma finalmente lo venció
en Beneventum (275 a.C) gracias a sus abundantes recursos. La expresión
victoria pírrica viene de sus costosos triunfos, como él mismo dijo: “Otra victoria así, y estoy perdido“.
Espartaco: el
líder de los esclavos; su condición de caudillo rebelde contra la
poderosa oligarquía de Roma lo han convertido en un icono de la lucha
contra la opresión. Su insurrección puso de manifiesto algunas de las
debilidades de la República en el 73 a.C. Políticamente desgastada, un
grupo de esclavos pudo derrotar a los ejércitos que se les enviaba. La
situación sólo pudo salvarse recurriendo a “hombres fuertes”: Craso
y Pompeyo (con un papel más secundario en la represión). La rebelión de
los gladiadores escribió la primera página del final de la República.
Mitridates VI de Ponto: el
último gran rey helenístico. Soñó con emular a Alejandro Magno,
desafiando al poder romano en Asia Menor y Grecia en el siglo I a.C. El
monarca encontró una potencia dividida por el conflicto entre optimates y
populares; y con desafíos en otros frentes. El Senado tuvo que librar
tres campañas contra él (las guerras Mitridáticas),
y finalmente envío a uno de sus mejores generales, Pompeyo, para
derrotarlo. Pero Roma lo había odiado tras ordenar la masacre de miles
de ciudadanos de la ciudad del Tíber en Asia Menor en el 88 a.C.
Cleopatra VII: la
reina del Nilo; pese al mito, Plutarco dijo de ella “no se podía decir
que tuviera una belleza extraordinaria, ni que uno quedara impresionado
nada más verla”. Pero sedujo a dos de los hombres más poderosos de Roma.
Se inmiscuyó en la guerra entre Octavio y Marco Antonio, porque sabía
que apoyando al vencedor era la única manera de salvar a Egipto. Apoyó a
Marco Antonio quien controlaba las provincias orientales dentro del
segundo triunvirato. En Roma temían que ella dominara Oriente y lanzara
una campaña para acabar dominando todo el Mediterráneo.
Arminio: el
hombre que enloqueció a un emperador. Era hijo de un jefe de la tribu
germánica de los querucos criado como rehén en Roma. Cuando volvió a
Germania como aliado del César, descubrió el trato inhumano a los
germanos. El queruco comenzó a tramar un plan para unir a las tribus.
Arminió engañó al general Quintilio Varo para que acudiera a sofocar una
revuelta y le tendió una emboscada en el bosque de Teutoburgo
donde masacró a tres legiones. Varo se suicidó ante el deshonor de la
derrota. Arminio fue derrotado poco después en Idiavisto, por un
ejército romano que fue a recuperar las águilas (estandartes) de las
tres legiones masacradas.
Zenobia: la
gran reina guerrera; la gran soberana de Palmira. Se trataba de una
ciudad caravanera en el desierto de Siria y semiautónoma. Zenobia era la
esposa del gran líder palmiro, Odenato, asesinado en oscuras
circunstancias (ella no se escapó de la sospecha), y tomó el poder en
nombre de su hijo. Se hizo famosa por dirigir personalmente
a sus tropas. Aprovechó la inestabilidad en el trono de Roma en el
siglo III d.C. para afianzar su dominio sobre Oriente e incluso ocupó
Egipto, la preciada posesión de los césares. Pero el Imperio contraatacó
con fuerza, bajo el mando decidido del nuevo emperador Aureliano. Las
legiones acorralaron a Zenobia en Palmira, quien ya sólo podía esperar
una intervención persa. En una salida desesperada fue capturada por los
romanos. Los vencedores humillaron a la reina, su destino final varía
según la fuente: muerta al llegar a Roma o acabo como esposa de un
senador.
Sapor I: el
retorno del Rey de Reyes. El siglo III d.C. vio el resurgir de la
dinastía persa sasánida. Después de los reinos helenísticos y de cuatro
siglos de dominio parto, Persia recuperaría el esplendor pasado y sería
el terrible rival oriental de Roma. El hombre que catapultó a este
renacimiento fue Sapor I, su padre había reinstaurado el poder persa y
él se encargó de recuperar el esplendor con grandes conquistas en Mesopotamia y Siria.
Su gran triunfo fue en el asedio de Edesa cuando consiguió capturar al
emperador Valeriano, era el primer César en caer prisionero. Valeriano
moriría en cautiverio (según algunas fuentes, entre terribles
sufrimientos).
Alarico I: saqueador de Roma. Tras la batalla de Adrianopolis
en el 379 d.C. los godos se asentaron en la provincia romana de Moesia.
En ocasiones actuaban como escudo frente a otros pueblos, y en otras
luchaban contra los romanos. Alarico I dirigía una de estas incursiones
de visigodos contra Tracia. Los romanos de Oriente pactaron con él y le
ofrecieron un asentamiento en Iliria. En el 400, Alarico descontento con
sus tierras atacó Italia. El general Estilicón consiguió detenerlo.
Pero Alarico volvió a la carga unos años después aprovenchando las
disputas internas romanas. En el 410 y tras tres asedios, saqueó Roma y
raptó a la hermanastra del emperador, Gala Placidia. El ataque fue un
gran shock en la época, las Urbe no había atacada con esa ferocidad
desde el ataque galo del siglo IV a.C.
Iván Giménez
sábado, 11 de marzo de 2017
PEQUEÑA ALMA...
Animula, vagula, blandula
Hospes comesque corporis
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula,
Nec, ut soles, dabis iocos…
Pequeña alma, blanda y errante,
huésped y compañera de mi cuerpo,
que partirás para lugares
pálidos, rígidos, desnudos,
y ya no bromearás como acostumbrabas.
TRIA NOMINA
Los ciudadanos romanos libres teníen tres nombres:
PRAENOMEN o nombre propio que se otorgaba a los niños al octavo día de su nacimiento, y a las niñas al noveno; ese día se llamaba dies lustricus,
cuando el padre elevaba al niño del suelo, acción que significaba que
lo aceptaba como hijo. En caso contrario el niño era expuesto en la
columna lactaria ( de ahí el nombre de Exposito que se da a los niños
abandonados) y su via dependía de que alguien se apiadara de él y lo
acogiera, generalmente como siervo.
NOMEN : gentilicium o nomen gentile, nombre de la gens a la que pertenecía el individuo.
COGNOMEN: especie de sobrenombre o "mote", generalmente basado en características físicas: Scipio significaba bastón, Nasica nariz grande, Cicero grano, Caecus ciego...
Cuando se destacaba por alguna acción se les podía imponer un sobrenombre honorífico o:
AGNOMEN
PRAENOMEN NOMEN COGNOMEN AGNOMEN
NOMEN : gentilicium o nomen gentile, nombre de la gens a la que pertenecía el individuo.
COGNOMEN: especie de sobrenombre o "mote", generalmente basado en características físicas: Scipio significaba bastón, Nasica nariz grande, Cicero grano, Caecus ciego...
Cuando se destacaba por alguna acción se les podía imponer un sobrenombre honorífico o:
AGNOMEN
PRAENOMEN NOMEN COGNOMEN AGNOMEN
Publius Cornelius Scipio Africanus
En caso ded adopción, el adoptado asumía el nombre del adoptante y añadía el propio terminado en -anus:
Publius Cornelius Scipio Africanus
En caso ded adopción, el adoptado asumía el nombre del adoptante y añadía el propio terminado en -anus:
Publius Cornelius Scipio Africanus
Suscribirse a:
Entradas (Atom)